Opinión | El observatorio de la calle
La Operación Peleteiro: entre la montaña y el ratón
El parto de los montes es el título de una fábula de Esopo, allá por el siglo VI a. C. La fábula, muy breve, y que ha tenido otras versiones, como la de Horacio o Samaniego, relata de forma figurada cómo la espera de un gran acontecimiento se transforma en una realidad mucho menor.
Y esta mezcla, entre la montaña y el ratón, es lo que podemos considerar ha sucedido con la conocida coloquialmente como Operación Peleteiro, encallada desde hace décadas, y que no es otra cosa que el plan de desarrollo urbanístico de la mejor –icónica y casi única– parcela de la ciudad, en la que todas y todos los vecinos habíamos generado grandes expectativas del alumbramiento de un gran proyecto para la ciudad.
No se puede negar que el actual Gobierno local ha conseguido un desbloqueo del desarrollo de la parcela, y que patrimonializará como un éxito, pero no es menos cierto que la anterior Corporación, en minoría, no consiguió «in extremis» la aprobación del cambio de planeamiento por muy poco, por lo que en buena medida se puede afirmar que el trabajo, cuando menos, estaba avanzado.
Ahora bien, entre lo que se esperaba y el parto existen notables diferencias.
Básicamente el plan o proyecto que se desarrollará serán viviendas, en torno a 162 con una reserva de al menos el 45% para vivienda protegida (que bienvenidas sean), donde probablemente en el mercado se mixturará el precio m2 a «milla de oro» en vivienda, ático y sobreático, con vivienda protegida, y que contará con sus equipamientos, parking, y otros usos más residuales comerciales, oficinas, ocio y restauración.
Pero las expectativas eran otras, y lo que la ciudad precisaba era otro diseño mucho más ambicioso. Porque estamos hablando de una singular, única y última oportunidad de desarrollo icónico para la ciudad, al contar con una envidiable parcela sin desarrollar en el mismo centro, de unas dimensiones considerables, y donde cabe, cabían y son posibles otras alternativas.
Primero, porque lo más lógico y coherente hubiera sido que el desarrollo de la misma se hubiera planeado con carácter previo a través de un concurso de ideas de carácter internacional, para al menos ver las posibilidades y opciones.
Segundo, porque el Concello bien podía haber adquirido o expropiado a la Sareb dicha parcela para la ciudad y los vecinos, cuyo valor de tasación era perfectamente asumible, dados los superávits económicos que registra desde hace años el Concello, debido a los muy bajos niveles de ejecución en inversiones, y a las posiciones de tesorería completamente excedentes.
Partiendo de esta coherente y plausible premisa de adquisición o expropiación, es decir, la parcela para la ciudad y los vecinos, las oportunidades eran múltiples, donde además todo o parte de la inversión podría ser recuperable en cifras con posteriores enajenaciones prefijadas, y que más allá de los números, sin lugar a dudas, podrían dotar a Santiago de Compostela de un valor añadido y de un desarrollo icónico de alto valor.
Cuando uno llega a Bilbao, orillando la ría del Nervión, en Abandoibarra, junto al puente de La Salve, llega y observa, «el Guggenheim», y percibe que ha arribado a un lugar diferente. Sin que fuera necesario llegar a dicho iconismo, las ideas que a lo largo de estos años se han barajado, sumadas a las nuevas necesidades que presenta la ciudad, bien podían, al menos, haber sopesado otras alternativas de mayor calado, donde poder combinar la sinergia y cercanía de la nueva intermodal –una moderna infraestructura AVE–, con el diseño de un multiusos que pudiese combinar Palacio de Ópera, Auditorio y pequeño Palacio de congresos, y el desarrollo de una torre en la que concentrar todos o parte de los servicios municipales que ocupan a cerca del millar de trabajadores y darían vida y consumo a la zona centro, evitando de paso peregrinajes por toda la ciudad, o con la combinación de un centro neurálgico de oficinas a modo de edificio financiero de la capital de Galicia, del que tiene gran déficit. En definitiva, hablamos de la capital de Galicia, y en esos términos debe pensarse y diseñarse.
La vivienda es urgente y necesaria. No hay discusión. Y es una de las mayores, si no la mayor, preocupación actual de la sociedad, pero pensemos que en el mercado, en buena medida, no serán de precio asequible, sino a «milla de oro», y que por otra parte, ya existe una programación por parte de la Xunta de Galicia de desarrollo en el ámbito de Mallou en Santiago de Compostela de 3.460 viviendas, de las cuales la mayoría serán protegidas, por lo que no parece que una solución parcial de 162 viviendas justificasen la no realización de otros desarrollos posibles y necesarios para la ciudad.
Como dijo el Nobel Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, conocido como Pablo Neruda. «Si no escalas la montaña, jamás podrás disfrutar el paisaje».
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