Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión | BUENOS DÍAS Y BUENA SUERTE

Profesor titular de Universidad

Ya arrecian las encuestas

Empiezan a arreciar las encuestas en nuestro país, aunque Sánchez haya dicho que no es el momento de convocar elecciones, con presupuestos o sin ellos. Sucede que los socios más críticos con el gobierno (incluso los socios atípicos, como Junts) no ven ventaja alguna en dejar caer a Sánchez, por mucho que alguno haya podido fabular con ello, precisamente por lo que esas encuestas revelan. La situación es parlamentariamente apretada, sí, pero en esa apretura también afloran algunas ventajas, por extraño que parezca.

Quiero decir: los sondeos pretenden retratar las intenciones del electorado en un momento concreto, aunque, como todo cambia sin cesar, no existe ya una fotografía fija que sea confiable. Quizás el único elemento reconocible es el sostenido ascenso de Vox. Ahí, las encuestas coinciden. Según esas proyecciones, Vox parece ir carcomiendo el electorado de Feijóo, sin prisa pero sin pausa, por más que la derecha busque recuperar posiciones, intentando, dicen no pocos analistas, un discurso asimilable a la ultraderecha, sobre todo en temas como la inmigración. Sin embargo, las propias encuestas muestran que esa estrategia de endurecimiento, lejos de darle beneficios, parece que está contribuyendo a todo lo contrario. ¿Qué hacer entonces?

Politólogos y estudiosos de la cosa aseguran que la razón principal reside en que la gente siempre prefiere el original a la copia. Es un mantra que escucho, y algo de cierto tendrá. Yo prefiero creer que una gran parte del electorado potencial de la derecha no comulga con ese endurecimiento sistemático y ese crudo lenguaje de algunos de sus miembros. No, por ejemplo, en lo referido al genocidio en Gaza, sobre lo que hemos escuchado, desde ese lado azul de la bancada, cosas muy, muy, muy alejadas del sentir general del país. Y no sólo desde Ayuso y su castillo. Y aunque algunos piensen que todo es fruto de la dramaturgia de unas elecciones más o menos cercanas, y que la moderación vendrá, lo cierto es que no de todas las opiniones extraviadas se regresa con éxito. Y, sobre todo: ¿sería posible articular esa moderación en coalición con Vox? No parece probable.

Por su parte, ya se sabe que la izquierda tiende a la división, aunque sin duda Sánchez apelará a la concentración del voto, algo que anticipan las encuestas. La coyuntura parlamentaria es dura y difícil, pero atravesar ese desfiladero favorece a Sánchez, siempre que no lo descabalgue. Ahonda en su manual de resistencia. En la idea de ir contra viento y marea en tiempos muy complejos. Su perfil internacional también le favorece. Y están los errores estratégicos de los rivales…, con los que quizás no contaba. O tal vez sí.

Pero, con todo, creo que la izquierda no se ha involucrado suficientemente en la batalla política, incluso en los terrenos donde la tiene ganada. Puede que el silencio sea a veces más beneficioso que la verborrea, y lo estamos viendo, pero la clara sensación de que el pensamiento ultra se percibe como algo antisistema, incluso revolucionario (quizás de ahí el voto joven), sigue siendo innegable. Este es un viento global que sigue soplando y algo hace mal la izquierda cuando no es capaz de contrarrestarlo. Que muchos desafectos, o los que se sienten fuera del ascensor social, apuesten en contra de una idea política que ha desarrollado coberturas y apoyos para los más débiles, identificando de pronto la ola ultra global como una solución antisistema, como con Trump, indica que la izquierda no termina de imponer el relato de los datos sobre el extraño prestigio de las construcciones ‘fake’.

Tracking Pixel Contents