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Opinión | Firma invitada

Profesor emérito de la USC

C. N. Yang (1922-2025), uno de los grandes físicos del siglo XX

El pasado domingo falleció C. N. Yang a la edad de 103 años, quizás el físico teórico más importante de la segunda parte del siglo XX. El profesor Yang visitó varias veces España y en particular el departamento de Física de Partículas Elementales de Santiago de Compostela, discutiendo con sus miembros sobre aspectos de investigación y dando conferencias de divulgación.

Sus contribuciones fueron decisivas para construir lo que es conocido como el modelo estándar de la Física de Partículas que describe el comportamiento de los «ladrillos de la materia» y como interaccionan entre ellos para formar los núcleos.

Nació en China, emigrando de joven a USA, donde empezó a hacer la tesis con Fermi. Sin embargo, las autoridades americanas no le dejaron seguir, dada la participación de Fermi en la bomba atómica americana y no ser americano Yang. La tesis la realizó bajo la supervisión de otro gran físico, Teller. El problema que le propuso lo resolvió en unas pocas páginas, con lo que Teller le dijo que extendiese un poco la tesis, cosa que hizo parcialmente, llegando a treinta páginas. Teller diría que nunca dirigió una tesis tan corta y tan buena.

En 1954 publicó lo que se conoce como teorías de Yang-Mills, base de las teorías que explican la fuerza electromagnética y débil, así como la que explica la fuerza fuerte. Yang estaba en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton compartiendo despacho con Mills. Yang me contó que fue invitado a dar un seminario en Princeton delante de los grandes físicos, incluyendo a Einstein. Pauli, al cabo de cinco minutos, hizo una pregunta crucial que Yang propuso discutir al final. Pasados quince minutos, Pauli dijo que no merecería seguir sin contestar la pregunta. Oppenheimer, director de Princeton, propuso pensar entre todos, dado la importancia del tema y al cabo de media hora levantar la sesión sin éxito alguno.

La contestación no vino hasta nueve años después en que Higgs e independientemente Brout y Engels introdujeron el famoso bosón como responsable de proveer de masa a los campos de Yang-Mills contestando a la pregunta que había hecho Pauli.

En 1956 Yang, en colaboración con Lee, proponen que la interacción débil responsable de la desintegración beta de núcleos no respeta la simetría izquierda-derecha. Al mismo tiempo proponen un experimento para hacerlo, convenciendo a la físico Wu para ello. Pauli dice que no puede ser verdad la propuesta y durante cierto tiempo metía anónimos en el cajetín de correo de Wu, diciéndole que no perdiese el tiempo. El experimento confirmó la propuesta de Lee and Yang. Al año siguiente se concede el Premio Nobel a Lee y a Yang (no se explica como no se incluyo a Wu). Yang tenía 35 años. Me dijo que ser Premio Nobel tan joven tiene el inconveniente de que no es tratado como una persona normal durante casi toda la vida.

Anteriormente, en 1955, publicó en colaboración con Lee varios artículos en los que caracteriza las transiciones de fase de un sistema mediante las propiedades de una función que se construye a partir de la energía del sistema. Artículo clave en Mecánica Estadística.

Yang siguió haciendo aportaciones importantes a caballo entre la Física y las Matemáticas, como la ecuación Yang-Baxter, importante en Mecánica Estadística y en campos matemáticos como la teoría de nudos.

Además de sus contribuciones decisivas teóricas también trabajó en fenomenología, entre teoría y experimento. Por ejemplo, en Santiago discutimos sobre las correlaciones entre partículas que salen hacia delante y las que lo hacen hacia atrás en una colisión entre partículas, investigaciones sobre las cuales él y nosotros habíamos publicado.

A Yang le gustaba decir que la «Simetría dictaba las interacciones», es decir, que para conocer como son las fuerzas de la naturaleza hay que saber sus simetrías. De alguna manera, extrapolando mucho, subyace el principio de que la belleza ordena al mundo. En sus dos conferencias de divulgación que pronunció en Santiago incidió en las mismas ideas.

Él conoció de cerca a todos los grandes físicos del siglo XX. Por eso le pregunté a quién de ellos lo consideraba como alguien superior a todos. Esperaba que me dijese Einstein, pero me dijo Fermi, por su intuición y potencia creativa.

Yang como persona tenía fama de ser hermético manteniendo las distancias. Eran conocidas sus discrepancias con Lee y el grado de participación de este en sus colaboraciones. Sin embargo, en distancias cortas, al menos conmigo, era una persona cercana y amable. Hay una entrevista en EL CORREO GALLEGO en que descubre alguna de sus creencias. Le debí de caer bien, invitándome a sus casas de Long Island y Hong-Kong para seguir la colaboración, aunque no pude desplazarme.

Jack Steinberger, premio Nobel, coincidió con Yang en los tiempos de joven en Chicago. En una visita a Santiago me contó que entonces él era muy pobre, casado y con dos hijos, viviendo en una caravana. Yang, casi todas las semanas, con cualquier excusa, se hacía invitar a cenar a la caravana y a pesar de vivir estrechamente de una beca, llevaba una gran cantidad de fruta y comida de tal manera que la familia podía comer varios días. Era la manera discreta, sencilla y elegante de ayudar, a pesar que daba de lo poco que tenía.

La elegancia era una característica de su manera de ser y la transfirió a sus publicaciones y al legado que ha dejado.

La Universidad de Stony Brook, donde estuvo muchos años, puso su nombre a un prestigioso Centro de Física Teórica.

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