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Opinión | Políticas de Babel

Profesor universitario

Momentos duros para la V República

La República Francesa está pasando por un momento más que delicado debido a las múltiples y variadas crisis que padece. Nuestro país vecino vive una crisis de régimen (con cinco primeros ministros en apenas dos años); una crisis social (sin ningún líder claro capaz de reorganizar a la dividida sociedad francesa); una crisis política (con una Asamblea Nacional francesa muy fragmentada, dado que ni la izquierda ni los macronistas del presidente ni la extrema derecha de Marine Le Pen obtuvieron mayorías claras tras las elecciones legislativas anticipadas de 2024); y una crisis económica (con una deuda pública que en Francia supera el 115% del PIB; un déficit de en torno al 5,5% del PIB y alejado del 3% que exige Bruselas; fuertes rebajas en sus notas crediticias, como la ya anunciada por Moody’s; e incluso una posible tutela de la economía del país por parte del FMI).

Pero es que, además, nuestros vecinos galos viven también una crisis incluso cultural, lo que impacta muy negativamente en la imagen exterior del país. Primero fue el terrible incendio de la Catedral de Notre Dame, verdadera metáfora espiritual de la República pese a su laicismo de Estado; y ahora el robo perpetrado en el Museo del Louvre, a plena luz del día, con la sustracción nada menos que de las joyas de Napoleón, símbolo del glorioso pasado imperial francés. Si hace apenas unos días Francia se avergonzaba por el bochorno de ver cómo su último primer ministro, Sébastien Lecornu, presentaba su carta de dimisión tras sólo veintisiete días en el cargo, y su presidente Emmanuel Macron, apenas unas horas más tarde, le pedía hacer un nuevo intento para conformar Gobierno, incluso teniendo que renunciar a la reforma de las pensiones (que pretendía elevar la edad de jubilación), y no aplicar el artículo 49.3 de la Constitución (que permite aprobar por decreto proyectos legislativos sin el voto del Parlamento cuando el Gobierno carece de la mayoría necesaria), este martes fue el vigesimotercer presidente de la República Francesa entre 2007 y 2012, y quien también fue copríncipe de Andorra y gran maestre de la Legión de Honor, el que entró, de momento, en la prisión parisina La Santé, ante el estupor de la sociedad francesa y el revuelo de la Comunidad Internacional.

Pero así es; Nicolas Sarkozy, a quien ya se le había retirado la gran cruz de la Legión de Honor por una condena previa, se enfrenta a una pena de 5 años de prisión. Así lo decidió el 25 de septiembre de este 2025 un tribunal de París, donde fue declarado culpable de “asociación ilícita” por sus vínculos con el régimen libio de Muammar Gaddafi para financiar su campaña presidencial de 2007. Pese a que está apelando, y a que ya pagó unos 100.000 euros en concepto de multa, Sarkozy, quien ya había sido condenado anteriormente (por ejemplo, en 2021, por corrupción e influencia indebida, con una pena que incluyó monitorización electrónica), está abocado a una larga lucha judicial para evitar la cárcel. De momento, sigue litigando multas, aspectos relativos a testigos y cómplices, restricciones políticas, o inhabilitaciones para cargo público. Tanto su imagen, como la de toda Francia, quedan deterioradas. Quizá por ello también el malestar social frente a las políticas de austeridad que dieron pie al caótico movimiento ciudadano ‘Bloqueons Tout’, “Bloqueémoslo todo” (similar al Nuit Debout de 2016, o a los famosos Chalecos Amarillos de 2018 y 2019), se ve hoy acrecentado por unas batallas judiciales y políticas que empujan a la ciudadanía o bien a la desafección política, o hacia los siempre arriesgados extremos del arco ideológico.

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