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Opinión | Políticas de Babel

Profesor universitario

En Ucrania está todo por hacer

La coalición de aliados voluntarios para ayudar a Ucrania se reunió el viernes en Londres. Y hasta Volodímir Zelenski tuvo la oportunidad de sentir el afecto de Carlos III. El presidente ucraniano pidió a los líderes europeos armas de largo alcance. Pero Vladímir Putin no da su brazo a torcer; se resiste a aceptar una paz en Ucrania si no son sus condiciones las que se priorizan; y hasta amenaza con una respuesta “abrumadora” si se utiliza contra su territorio este tipo de armamento letal que debaten aportar los mandatarios europeos. Estas advertencias y obstinación del líder ruso parece haberlas asumido Trump, quien ya se vio forzado a anular la cumbre bilateral programada en Budapest para, según el presidente estadounidense “no perder el tiempo” con lo que él denominó “una reunión inútil”.

Ahora el neoyorquino impone nuevas sanciones al sector petrolero ruso, al tiempo que el Kremlin moviliza a sus reservistas para hacer frente a los drones ucranianos que impactan sobre sus infraestructuras. Quizá esté pensando Putin en esa “fatiga de la guerra” que, al igual que bajo la Administración Biden, cada vez se percibe con más fuerza en EE.UU. Al tiempo, confía en que los europeos frenen el gasto en la compra de armas a EE.UU. para Ucrania que nuestros dirigentes parecen estar dispuestos a financiar para frenar tanto el apetito invasor de Putin, como el cansancio de Trump con muchos de los socios de la OTAN.

Así pues, es todavía largo el recorrido que deben acometer unos y otros, incluidos la OTAN, y esos socios y aliados europeos que no quieren quedarse fuera ni de esas sanciones que, hasta ahora, no han sido suficientes para frenar a Putin, ni de las negociaciones para la paz. Incluso presentan ante Trump, por medio del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, un plan de paz de hasta doce puntos principales. Pero los desacuerdos entre EE.UU. y Rusia, y también con Ucrania sobre los términos de un alto el fuego, son notables; y afectan a cuestiones logísticas, diplomáticas y hasta de procedimiento; todo ello sin claras garantías de seguridad para ninguna de las partes. Todo esto genera frustración incluso en los aliados europeos. Y es que, por no tener, ni siquiera disponemos aún de un plan específico de financiación; ni consenso en torno al uso de los activos rusos congelados para financiar ni programas de Defensa, ni la ayuda a Kiev.

Así las cosas, la paz parece bien lejana, pese a que el 61% de la población rusa apoya las negociaciones destinadas para tal fin (aun respaldando mayoritariamente la denominada “operación militar especial”). Pero claro, saber que casi el 80% de la opinión pública ucraniana rechaza los términos propuestos por Rusia, y desea recuperar todo el territorio ocupado, pues como para esperar un acto de conciliación a corto plazo. Por eso el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, ha reconocido que “nadie quiere perder el tiempo”, y que la situación actual no es más que una “pausa” antes de una reunión que “debe estar bien preparada”.

La falta de progresos en las negociaciones de paz sugeridas en el contexto de la reunión mantenida entre Trump y Putin en Alaska, unido a la decisión de la OTAN de reforzar su flanco este por medio de la operación “Centinela Oriental”, y a ese “muro de drones” que la UE y la OTAN pretenden establecer en sus fronteras, sin duda influyeron en las declaraciones de un Trump deseoso de mostrar avances en el contexto euroasiático. Pero Putin continúa envalentonado; y poniendo a prueba a Europa y a la propia OTAN. Así pues, en la guerra de Ucrania, todavía está todo por hacer y por decidir.

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