Opinión | Tribuna
‘Comerás flores’: cuando el silencio florece
La librería Bandini tiene esa luz tibia de los lugares que invitan a quedarse. Entre estanterías que guardan historias y lectores que las buscan, suena There Is a Light That Never Goes Out de The Smiths. La canción vibra como un presagio. Aparece Lucía Solla Sobral, tímida al principio, pero con una energía que se enciende apenas empieza a hablar de su libro, Comerás flores. Tiene la serenidad de quien observa y la fuerza de quien ha atravesado algo. Habla con una mezcla de verdad y pudor. Dice mucho sin la necesidad de confesar todo. Escribe sin artificios: desde un lugar donde la emoción es sincera y la palabra, precisa. No sorprende que su debut haya conquistado a miles de lectores –ya va por la quinta edición– ni que Marina, la protagonista, haya calado tan hondo.
Marina es una mujer que podría ser cualquiera. Vive, ama, se equivoca. Se adentra en un amor que al principio brilla y luego asfixia, sin que nadie alrededor sospeche del veneno invisible que se cuela en los gestos, en las frases, en la rutina.
Lucía confiesa –con una mezcla de naturalidad y determinación– que empezó la novela por el final, hacia atrás, como quien remonta una corriente buscando el origen de una herida. Quizá por eso la historia tiene algo de sinfonía: paso por el silencio y termina en un acorde de luz.
Comerás flores no habla solo del amor –ni siquiera del desamor–, sino de la conciencia. De ese instante en que una mujer empieza a mirarse desde fuera y se da cuenta de que algo no encaja. En la prosa de Solla Sobral hay frases que se hunden como raíces, y otras que florecen con una delicadeza feroz. Lucía escribe desde la contención, con una belleza seca, sin adornos. Hay ternura, sí, pero también filo. Como si cada palabra llevara dentro una espina que recuerda que la fragilidad también puede ser una forma de resistencia.
Los personajes existen fuera del papel: la madre, los hermanos, la amiga y hasta Frida, la perra que acompaña a Marina, que también vive con ella en la realidad. Lo cuenta con espontaneidad, mientras el público asiente. En sus palabras hay un hilo invisible entre ficción y vida, entre lo inventado y lo vivido.
Hay algo profundamente sincero en Comerás flores. No busca epatar ni redimir; observa. Es un relato sobre la debilidad, pero también sobre la fuerza que nace cuando uno deja de fingir. Las flores pueden curar o doler pero siempre, antes o después, brotan.
Óscar, el librero, baja con sigilo la persiana de su librería que retoma un silencio amable. Pero algo queda suspendido en el aire: la certeza de que las historias, cuando se dicen en voz alta, se vuelven nuestras. Y uno sale a la calle en Pontevedra, o en Santiago –en realidad, poco importa el lugar– con esa sonrisa que solo nos dejan los libros honestos: que incluso en la oscuridad, hay algo que siempre vuelve a florecer.
- Una bodega gallega se cuela entre las 100 mejores del mundo para visitar
- Crónica social compostelana | El Secreto de San Lázaro: desayunos, vinos y cócteles con alma compostelana
- Urovesa entregará en 2026 los primeros prototipos del blindado VERT destinados al Ejército
- Entra en vigor el encierro de aves de corral en 40 concellos por la gripe aviar
- Santiago calienta motores para el 'As Cancelas Music Fest' con Nena Daconte, Cepeda, Ortiga y Menta Poleo
- El peaje Santiago-Vigo pasará de 12,5 euros desde enero y hasta a A Coruña costará 8,8
- Vuelca un coche en la AG-56 a la salida de la autopista en Santiago
- Renfe anuncia la cancelación de trenes entre Ourense y Santiago por unas obras en diciembre
