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Opinión | Políticas de Babel

Muchos retos para Javier Milei

Nuestros hermanos argentinos, y los seguidores del partido La Libertad Avanza (LLA), con más del 40% de los votos, le han dicho a Milei que aprueban sus políticas y sus modos. Ni siquiera los recientes escándalos que han afectado a Milei, a su hermana y a su Ejecutivo, han logrado frenar a su ejército de seguidores. El LLA pasó de 37 a 93 diputados; y de 6 a 19 senadores. Ahora, con la derrota de la alianza Fuerza Patria, que sólo obtuvo el 31% del voto popular, los argentinos han dejado claro que no desean regresar al peronismo, pese a haber sido el movimiento político más influyente y duradero de la República Argentina desde mediados del siglo XX. Hoy lo que les sigue seduciendo es un Javier Milei que llegó para romper todos los moldes que definían la política y la Administración de la nación.

Milei sabe que cuenta con el músculo protector que le ha ofrecido Donald Trump con sus fórmulas de rescate para Argentina, que incluyen la permuta de divisas por 20.000 millones de dólares; un crédito similar aportado por bancos privados; o la intervención periódica del propio departamento del Tesoro estadounidense en el mercado de cambios para frenar la caída del peso. Los argentinos han vivido muchas crisis desde el 2001, y no quieren volver a sufrir. Sin Trump, el peso se depreciaría, con lo que los argentinos serían más pobres, y la inflación subiría. También esto incidiría en el paro; pues, al no haber crédito fácil, aumentaría. De ahí que los argentinos le den una oportunidad a Milei y al propio Trump. Aun así, el presidente se enfrenta al desafío de poder cumplir con las reformas prometidas y aún sin ejecutar.

Entre ellas destacan una reforma impositiva, es decir, tributaria, con la que aspira a eliminar cerca de 20 impuestos, así como simplificar el sistema tributario y reducir la carga impositiva nacional. En segundo lugar, una reforma laboral, con la que busca flexibilizar los contratos, reducir los costos de despido, y adaptar todo el sistema a las nuevas formas de trabajo basado en novedosas plataformas y en un mayor peso de la digitalización. También habla Milei de la denominada reforma previsional, que pretende afrontar el sistema de pensiones y jubilaciones para hacerlo viable en el tiempo y, sobre todo, menos costoso. Finalmente, el Ejecutivo deberá llevar a cabo un proceso de “reprivatización” de muchas empresas estatales cargadas de “deudas” que frenaban su competitividad; seguir “adelgazando” la estructura ministerial; y eliminar una serie de regulaciones que, según Milei, inciden negativamente en el mercado argentino.

Todas estas iniciativas son tan ambiciosas como complejas, pues muchas requieren una aprobación de carácter más legislativo (del Congreso) que ejecutivo, y se toparán con la oposición de sindicatos y sectores laborales que temen perder sus derechos. Quizá por ello tendrán que pasar todavía muchos meses hasta que estas reformas se hagan realidad. Sólo entonces veremos su impacto en la economía argentina; y cómo se conjugan con esa gran “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” (que así se llama), y que abarca no sólo el ámbito de la reorganización del conjunto del Estado, sino también muchas de las reglas y normas económicas y comerciales que ya se están abriendo paso en la Administración y la gestión de la República Argentina. Como vemos, tanto los retos como las dudas son muchas. Con todo, ojalá acierte Javier Milei; y logre devolverle todo su esplendor a una República Argentina que, no lo olvidemos, a mediados del siglo pasado constituía una de las economías más prósperas del mundo.

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