Anticapitalistas de pandereta

el alcalde de Santiago, Sánchez Bugallo, dio ayer muy cerca de la diana al señalar que numerosas okupaciones tienen raíces ideológicas. Es decir, que muchos de los que se dedican a invadir viviendas ajenas no son pobres de solemnidad en busca de un techo bajo el que cobijarse, sino carotas que dicen luchar contra el capitalismo a través de acciones como la descrita. Son los llamados grupos antisistema, que repudian la propiedad privada y quisieran vivir, al parecer, en algún paraíso comunista. Eso sí, sin dar palo al agua. Sería tremendamente injusto meter a todos los okupas en el mismo saco, porque es un hecho que la necesidad impulsa a muchos particulares o familias a meterse donde sea, pero dichas personas tienen un perfil característico y muy diferente de quienes actúan así por motivos ideológicos. ¿En qué se parecen los parias de verdad que se han quedado en la calle a dos velas y esos jóvenes bien alimentados que se dedican a invadir propiedades para desarrollar supuestas actividades culturales o sociales? Lo mismo, o menos aún, que un currela de Vallecas y Pablo Iglesias, por mucho que el líder de Podemos crea representar a la clase obrera por largar cuatro frases panfletarias hilvanadas mientras cultiva hortensias en Galapagar. En Santiago, por cierto, sabemos mucho de okupaciones ideológicas, como las que perpetran con frecuencia ciertos grupos en inmuebles muy céntricos del casco histórico con el objetivo de denunciar cuestiones tales como la imposibilidad de los jóvenes de acceder a una vivienda, la supuesta falta de espacios culturales, la perversión de un sistema capitalista que ahoga a los pobres y cosas similares. ¿Les suena la copla? Seguro que sí, porque la llevan repitiendo de una forma machacona desde hace muchos años. Y la verdad es que resultan cada vez más cansinos.

BEATRIZ CASTRO/Periodista