Ciudades con una inteligencia ‘ruara-ruara’

van pasando los meses, van pasando los años, van pasando los lustros... y por Santiago siguen circulando los mismos autobuses urbanos de siempre. Al parecer, según afirman no pocos expertos, Compostela ya está metida de lleno en la lista de las llamadas ciudades inteligentes junto a otras urbes que han apostado de forma decidida por las nuevas tecnologías, pero todo indica que esa supuesta modernidad se quiere alcanzar a base de plagar la zona vieja de cámaras que nadie sabe muy bien para qué sirven, de construir coches autónomos que en teoría repartirán ellos solitos mercancías por el casco monumental -el proyecto está más verde que el careto del increíble Hulk cuando se cabreaba más de la cuenta-, y de presentar unos taxis voladores que al parecer podrán transportar a dos pasajeros sin necesidad de llevar piloto (a ver quién es el guapo que se atreve a estrenarlos). En esos apasionantes planes de futuro andamos metidos mientras los buses urbanos siguen acumulando años, roña y malos humos, la mayoría de las paradas carecen de información sobre el tiempo que falta para la llegada del siguiente vehículo y la única información que encuentran los pasajeros sobre el recorrido de las diferentes líneas consiste en un farragoso mapa plagado de colorinches borrosos. Para colmo, muchos carecen de rampa de acceso y salida, o están estropeadas, para los viajeros de movilidad reducida. Vivimos en una ciudad con una inteligencia ruara-ruara, que diría el recordado doctor Iglesias, pero no debemos perder el ánimo. Pronto, ya verán, modernos aerotaxis vendrán a recogernos a las azoteas de nuestros edificios. Yupiiiii.