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Dura realidad antes que falsa esperanza

    covid Si habitualmente las prisas son malas consejeras, en el caso de la pandemia de covid-19 pueden ser nuestro peor enemigo. Por eso, es conveniente tener cautela con todo lo que se refiere a los plazos. Tanto en el caso de la desescalada de las restricciones como con el proceso de vacunación. Más, justo ahora, cuando hay voces que empiezan a anticipar el pico de la segunda ola y el descenso de los contagios. Basta recordar lo que sucedió al inicio del verano, tras la sacudida de marzo, abril y mayo, cuando desde el Gobierno de España se dio por derrotado al virus y se lanzaron mensajes triunfalistas al estilo de “salimos más fuertes” cuando ni siquiera fueron capaces de confirmar a ciencia cierta el número de víctimas mortales. Nada más lejos de la realidad, pues pocas semanas después, la llamada nueva normalidad dejó paso a dos estados de alarma, con toque de queda incluido, otro incremento de la presión asistencial y cierres de la hostelería con la amenaza de dar el golpe final a una economía que ya estaba bastante maltrecha. Tengámoslo en cuenta y evitemos correr, porque hacer mal las cosas ahora puede volver a pagarse caro en un futuro cercano. Huyamos también de la euforia y de anticipar cifras de población inmunizada sin ni siquiera tener un remedio aprobado. Y recordemos: una dura realidad siempre es mejor que una falsa esperanza.

    21 nov 2020 / 23:28
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