El negro futuro de los carburantes

Está escrito: España puso fecha de defunción a los coches gasolina y diésel en la aprobada esta semana ley de cambio climático y transición energética, donde se detalla que a partir de 2040 –que puede parecer mucho pero es dentro de 19 años tan solo– se prohibirá la venta de coches de gasolina, diésel... e incluso de los tan de moda híbridos. Los coches que salgan de los concesionarios deberán estar propulsados exclusivamente “por una energía que emita cero gramos de dióxido de carbono”. Algo que está en la mano de pocas tecnologías, los eléctricos puros y quizá aquellos que utilizan pila de combustible de hidrógeno. Una década después, ya no podrá haber coches, motocicletas y veremos si tampoco camiones circulando con motores de carburación. La revolución está ahí, pero mientras, vamos a ir notando, casi desde ya mismo, cómo el panorama pinta mal al ver el cartel de precios de una estación de servicio. Y es que a la reactivación del consumo, incluido el de gasolinas y gasóleo por el levantamiento de las restricciones y el fin del estado de alarma, se suman conflictos mundiales, canales taponados por grandes barcos, ciberataques... y los futuros impuestos verdes que fijará el Gobierno que van a convertir en una cuesta de enero todo el año, en un vía crucis, cada vez que toque llenar el depósito. Pinta tan negro como el carbón, tan oscuro como el petróleo.