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La pandemia no se ha acabado

    LA APARICIÓN de la nueva variante ómicron del coronavirus ha puesto al mundo entero, otra vez, con los pies en la tierra. La pesadilla de la covid sigue ahí, con sus altibajos, pero gracias a la vacunación y el fruto de las restricciones aplicadas durante meses muy duros recuperamos casi la normalidad de nuestras vidas. Primero fue Europa quien nos puso en alerta. Países como Alemania, donde “la situación es dramática, mucho más grave que en cualquier otro momento de la pandemia”, según aseguró el viernes su ministro de Sanidad en funciones, Jens Spahn. O Austria, obligada a decretar un confinamiento de veinte días y a establecer la vacuna obligatoria a partir de febrero. España juega con ventaja porque es uno de los países más avanzados en el porcentaje de población con la pauta completa de vacunación, pero ya es evidente que también aquí la curva de casos detectados marca una nueva ola, aunque por el momento ni se ha disparado a niveles excesivamente preocupantes ni tiene los mismos efectos en cuanto a ingresos hospitalarios. Ahora, la alerta lanzada por la Organización Mundial por la Salud (OMS) sobre una variante que tiene múltiples mutaciones supone un nuevo desafío en la gestión de la pandemia. España, que por ahora resiste la embestida de esta oleada, decretó ayer el endurecimiento de las exigencias para viajar desde los países de mayor riesgo en un intento de blindarse ante la amenaza de la ómicron, que podría ser mucho más contagiosa y más resistente a las vacunas, aunque esto no está todavía confirmado científicamente. La variante sudafricana no puede hacernos caer en el catástrofismo, porque aún está por ver cómo va a evolucionar. Pero no conviene confiarse. El coronavirus todavía puede hacer mucho daño. En lo económico, ómicron ya se ha dejado notar en la Bolsa y puede ser una amenaza para la recuperación, que ya no es de la intensidad que se esperaba. El escenario abierto ante la nueva variante sirve también para que, de nuevo, reflexionemos sobre el reparto de vacunas. Lo que está sucediendo respalda la necesidad de no olvidar a los países más pobres y deja en evidencia el grado de solidaridad de los más ricos. Cuestiona también la estrategia que se han llevado a cabo a nivel mundial. En África, solo el 10,7 % de la población ha recibido al menos una dosis. Sudáfrica, uno de los países más ricos del continente, tan solo tiene el 25 por ciento de su población vacunada con la doble pauta. La República Democrática del Congo, solo el 0,06%. El virus se propaga, muta, y no entiende de fronteras. Ni de ricos o pobres.

    28 nov 2021 / 01:00
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