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Las víctimas invisibles de esta pandemia

    NUNCA FUE TAN NECESARIO la celebración de un Día Mundial de la Salud como en 2021 cuanto tras un año de pandemia muchos ciudadanos, y no pocos políticos, tomaron conciencia de la importancia que tiene un buen sistema sanitario que pueda encarar retos como el que está suponiendo la expansión por todo el mundo del COVID-19. Los profesionales dieron un ejemplo, pero el Servicio Galego de Saúde estuvo a la altura desde el minuto inicial y se mantiene ensamblando un más que complejo plan masivo de vacunación en el que se mueven muchos recursos materiales y humanos. Hay una cifra, publicada hace unos días en un minucioso reportaje en EL CORREO GALLEGO, que llama la atención: en los últimos nueve meses de 2020, la Xunta invirtió en contrataciones de emergencia casi cien millones de euros (98.581.407,35) para defender a la población de los efectos de la pandemia. Cerca de cuarenta lleva ya en el primer trimestre de 2021. La Consellería de Sanidade dispone este año de un presupuesto de 4.587 millones de euros, prácticamente un 12 % más de lo que movilizó el ejercicio anterior. Es incuestionable que existe una preocupación máxima por la salud del ciudadano.

    La frialdad de estos datos no deberían hacernos olvidar otra realidad: lo que muchos expertos sanitarios denominan como las “víctimas invisibles de esta pandemia”. Son ellos, cirujanos, médicos de atención hospitalaria o primaria, anestesiólogos, enfermeras, los que alertan de que la lucha contra la COVID obligó a redistribuir los recursos en la sanidad pública en actividades de diagnóstico y quirúrgica, lo que incide muy directamente en la salud de pacientes con patologías graves o crónicas. Advierten de que es urgente recuperar el ritmo de diagnosis precoces a los niveles prepandemia y señalan que habrían que incrementar sobre un 30 % las operaciones en distintas especialidades.

    El último informe de la Sociedad Española de Oncología sitúa en el 20 % el número de cánceres no diagnosticados mientras que especialistas de digestivo o cardíacos elevan hasta el 30 % las cirugías que no pudieron realizarse. El pasado 31 de diciembre había en Galicia 35.817 personas pendientes de ser intervenidas con una espera media de 72,6 días. El impacto de la tercera ola incrementó esas cifras.

    Las víctimas invisibles de este coronavirus no pueden continuar indefensas y precisan un esfuerzo adicional de las administraciones públicas. Este último año debería servirnos para comprobar que la inversión en sanidad no es un gasto superfluo. Hasta la economía depende más de lo que creíamos de la salud. Llevamos más de un año comprobándolo.

    08 abr 2021 / 01:00
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