Más servicios contra la desertización

santiago El Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España lleva tiempo analizando toda una serie de problemas comunes a este tipo de urbes, caracterizadas por un núcleo histórico de altísimo valor patrimonial, que al mismo tiempo trae consigo unos problemas para los que todavía nadie ha sido capaz de encontrar una solución completa. De un lado, su propio carácter histórico, que hace que resulte difícil dotar a sus residentes de unas comodidades que otras zonas de más reciente creación ya traen de serie, y que en estos núcleos no resulta fácil -a veces es imposible- incorporar. Basta con ver cuánto tiempo costó que la fibra óptica pudiera llegar al casco histórico compostelano. El segundo problema, y casi más importante, es que precisamente el rico patrimonio de que disfrutan estas úrbes las hace más apetecibles para el turismo y sus marcos incomparables los escenarios ideales para todo tipo de actividades culturales. El resultado es lo que se ha llamado turistización, que acaba amoldando el ocio y el comercio a la demanda de transeúntes en lugar de a la de residentes. Un panorama sombrío, que cada vez se oscurece más y va vaciando estos espacios de vecinos y negocios tradicionales y homogeneizando las ciudades que acaban diferenciándose solo por el estilo predominante de su arquitectura. Se puede invertir en rehabilitación y conservación, en el continente, pero conservar el contenido es un objetivo mucho más difícil. Es preciso no escatimar esfuerzos a la hora de atender las necesidades de los residentes, y dar todo tipo de facilidades, promocionando incluso, que nuevas familias se asienten en la zona, pero resulta muy complicado revertir tendencias, sobre todo cuando son muy rentables, aunque solo sea a corto plazo y acaben matando la gallina de los huevos de oro y trivializando un espacio que ya solo es un escenario de fondo para el selfie y la comida barata de la franquicia de turno.