Más universidad, mejor sociedad
UN RECIENTE INFORME DE LA Fundación Conocimiento y Desarrollo sobre las universidades españolas situaba al sistema gallego como el séptimo más importante del país cuantitativamente, el sexto por número de matriculados y el tercero con mayor tasa de ocupación; es decir, son unos datos buenos aunque potencialmente mejorables. Dentro del SUG, destaca la Universidade de Santiago (USC), que aporta muy por encima del 40 % en todos los parámetros. En ese completo estudio, con luces y sombras, conviene señalar que la USC ocupa el primer lugar del estado en docentes con más edad y las tres gallegas son las que menos ingresan por tasas, precios y otros conceptos por alumnos, consecuencia directa del acuerdo de la Xunta de congelar los gastos de matrícula en nuestras universidades. Los precios llevan diez años sin moverse y las tasas son las más baratas de España, lo que, sin lugar a dudas, supone un quebranto importante en las posibilidades académicas de las universidades de nuestra comunidad. Una decisión política que beneficia a muchas familias pero que supone un lastre para las instituciones académicas. Situación que se agravó con una pandemia que representó el enorme reto que representa la actualización y transformación del modelo docente, esa mezcla de clases presenciales y online que, insisten los expertos, llegó para quedarse, pero que necesitará una inversión adicional a unas universidades con ingresos muy limitados, en los que la colaboración privada tienen un peso muy reducido.
Esta pandemia puso sobre el escenario las dependencias que la sociedad tiene del mundo universitario. Las miradas se volvieron hacia sanitarios, investigadores, científicos... en busca de soluciones, de respuestas a las preguntas que planteaba la COVID-19. Ese caudal tiene que ser aprovechado y craso error sería que buena parte de esos 354 proyectos con una inversión cercana a los 20.000 millones que presenta Galicia a los fondos Next Generation se articulen a espaldas de las universidades. El futuro tiene que pasar por las instituciones académicas y por ello el rector de la USC, Antonio López, señalaba que “nesta situación, na que van chegar recursos como os fondos europeos, o importante é ter proxectos para cando se comece a repartir o diñeiro”. Uno de ellos es impulsar el Campus Vida, un proyecto ambicioso que debe jugar un papel básico en el diseño de la USC pospandemia: sin olvidar el pasado pero capaz de aprovechar al máximo las herramientas digitales, sostenible, apostando por la I+D+i y con modelos que ayuden a mejorar el rendimiento académico de los estudiantes. Más universidad siempre es mejor sociedad.