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Orgullo, entrega, pasión y humildad

    tres palabras bailan en mi cabeza desde hace meses, al ritmo de la muiñeira del número 50.000: orgullo, entrega y pasión. Estoy convencido de que las tres explican, indisolublemente unidas, el hito que hoy celebramos las mujeres y los hombres de la familia de EL CORREO GALLEGO, un logro colosal del que solo pueden presumir otros cuatro periódicos en España. Orgullo de contar lo que pasa con honestidad y respeto absoluto –devoción, me atrevo a escribir– por la información veraz y la opinión plural. Entrega de una plantilla que comparte un proyecto y se sacrifica más allá incluso de lo exigible para mantenerlo en pie. Pasión por el trabajo bien hecho, que empieza por los pequeños detalles –el golpe de timbal en una gran orquesta– y en el que los profesionales que me honro en dirigir ponen cabeza y corazón. Permítanme añadir una cuarta señal de identidad de esta Casa que es mi vida: humildad. Sí, humildad para saber escuchar, para rectificar cuando nos equivocamos, y para entender que la realidad es poliédrica y que tenemos que construirla con más colores que el blanco y el negro. Quizás por eso nos gusta escuchar en el sentido más amplio; es decir, abiertos al cambio de opinión, con buena disposición para aprender de los argumentos del interlocutor, con curiosidad, sin cerrar la mente a las opiniones diferentes. En esta época de incertidumbres, cuando la sociedad reclama con insistencia digna de elogio más transparencia y más ética, nos toca a los medios de comunicación ejercer de faros que iluminen la realidad exactamente como es y que ayuden a interpretarla, ahora que en el mundo virtual de las redes casi todo vale, desde las noticias falsas hasta la ausencia de escrúpulos, desde la tergiversación hasta la calumnia. Dirigir EL CORREO es un regalo –inmerecido, sin duda– y una responsabilidad que jamás me perdonaría defraudar. En este día para la historia del periodismo, disculpen la inmodestia, considero de justicia dejar constancia de que no habríamos llegado hasta aquí sin el liderazgo de don Feliciano Barrera, nuestro editor a perpetuidad. Su fértil legado nos permite encarar el futuro con coraje, serenidad y optimismo.

    Quero rematar cunhas palabras para a fermosa xente desta nosa Casa, a miña familia, que fixo outro pequeno milagre: o de saírmos máis fortes da pandemia. Eles e quen os precederon son os que logran que esta Galicia verde e neboenta, alento e desalento, estea retratada nas páxinas de EL CORREO, dende hai 50.000 días, con veracidade, con pluralidade e con amor. Grazas, compañeiros, e grazas a todos os que camiñan con nós. Sempre cara a diante.

    José Manuel Rey Novoa

    15 jun 2020 / 22:43
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