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Por qué no ocurre lo que el político predijo

    SOLÍA DECIR WINSTON CHURCHILL que “el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ocurrió lo que él predijo”. Churchill, que fue un muy criticado premio Nobel de Literatura, tenía fama de ser personaje tan ingenioso como socarrón. Le tocó vivir en una época muy complicada y como desayunaba güisqui –según cuenta alguno de sus biógrafos– sostenía que los políticos tenían la virtud de complicarlo todo. Y eso que no llegó a conocer a Pedro Sánchez. España y el resto de los países de la Europa del Sur sufren una fatiga pandémica más acusada que la que se detecta en los nórdicos debido a nuestra especial forma de vida con mucho contacto social. Buena parte del éxito aplastante de Isabel Díaz Ayuso en Madrid se debe a que supo conjugar defensa de la salud con apoyo a la economía. Pero ese modelo no sirve para otros lugares de España. Los responsables políticos de comunidades tan distintas como Euskadi o Valencia, igual que Baleares o Galicia, nunca entendieron el empeño del presidente del Gobierno de levantar el estado de alarma en una fecha concreta sin atender a los criterios sanitarios fijados por su propio Ministerio de Sanidad. El famoso semáforo que debía marcar los tiempos no se tiene en cuenta y vemos que la Incidencia Acumulada a catorce días se sitúa por encima de los 200 casos por cien mil habitantes, con nada menos que siete autonomías muy por encima de esa cifra. Cuando el 21 de junio del año pasado se entró en la nueva normalidad, la IA en nuestro país era de 8,08 casos, 25 veces menos que ahora. En Galicia, por ejemplo, había 304 contagios que son la décima parte de los más de tres mil actuales. Se podrá argumentar que actualmente un 30 % de personas están ya vacunadas (la mitad del techo para hablar de inmunidad de rebaño), algo que cuestionan las autoridades sanitarias que piden, al menos, un par de semanas más para comprobar la evolución de las variantes. La fórmula Pilatos que utiliza Sánchez para lavarse las manos y dejar toda la responsabilidad a las decisiones judiciales es un espanto. Un informe del Tribunal Supremo, muy crítico con el Gobierno, cuestiona que los jueces deban aplicar criterios políticos que van a generar “problemas de constitucionalidad”, y las decisiones de los tribunales superiores de cada autonomía ya chirrían: en Valencia y Baleares avalan el mismo toque de queda que vetan en Euskadi ante el estupor de los ciudadanos. Como dijo Churchill, algún día Sánchez y Carmen Calvo explicarán por qué no ocurrió lo que predijeron. Y aún lo harán convencidos de que tienen razón.

    08 may 2021 / 01:00
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