Putin convierte en realidad su pesadilla

la otan es la obsesión del líder ruso desde, prácticamente, el inicio de su mandato. Ya en abril de 2008, cuando todavía en Estados Unidos gobernaba George W. Bush, Putin aseguraba que la ampliación de las fronteras de la Alianza era “una amenaza” para la seguridad de Rusia, y lo hacía refiriéndose a la peregrina idea de que Ucrania y Georgia pudiesen sumarse a la organización. Más de catorce años después, con Putin nuevamente en el poder, esas declaraciones vuelven a tener tanta vigencia como en aquel 2008, pues nada ha cambiado desde entonces, ni siquiera con la invasión de Ucrania.

O, mejor dicho, una cosa sí ha cambiado: el temor de los países nórdicos a que la guerra atraviese también sus fronteras tras ver que desde el Kremlin son capaces de cualquier cosa para recuperar un idealizado pasado soviético, les ha llevado a solicitar el ingreso apresurado en la Alianza. Viendo que a Ucrania los socios occidentales no la defienden entrando en el terreno, prefieren poner sus barbas a remojar y tanto Finlandia como Suecia ya han comunicado su decisión. Resulta irónico pensar que si lo que Putin pretendía con la invasión de Ucrania era frenar la expansión de la OTAN controlando uno de los países que lleva catorce años pendiente de adhesión, haya conseguido ahora el ingreso acelerado de otros dos con los que no contaba: sus vecinos nórdicos.