Saludo a la nueva circulación serena

debate Las ciudades españolas vivirán esta semana una adaptación de sus conductores a las nuevas normas de circulación que establecen el límite de velocidad en los 30 kilómetros por hora. Calmar la circulación supone, como primer y principal beneficio para los ciudadanos, que los accidentes reducen su número y además las consecuencias de los mismos son menos graves. Pontevedra, urbe premiada internacionalmente por aplicar este modelo desde hace al menos una década, vio reducida la mortalidad de forma drástica, de tal manera que en los últimos años no se registró el fallecimiento de ningún peatón en ningún atropello. Sus estadísticas son elocuentes, pero asentar en los conductores esta cultura al frente del volante tiene costes. Los miembros de la corporación de la urbe del Lérez encabezados por el nacionalista Miguel Anxo Fernández Lores sufrieron en carne propia las críticas de quienes veían en los badenes un despropósito para su pilotaje agitado en las calles ya que actuaban como freno natural. En todo caso, además de las ventajas en vidas humanas, en menos lesiones y menos hospitalizaciones hay en la medida otros factores también positivos: menos ruido y menos contaminación. Es un círculo al que la Dirección General de Tráfico llevaba años dándole vueltas y que ahora toma cuerpo. Aunque genera polémica social y críticas, sea bienvenida.