Seguridad en el Camino, nada es por casualidad

si la historia la escribiesen solo los herederos políticos de ETA y los independentistas catalanes, que ahora están muy ofendiditos por el hecho de que el Centro Nacional de Inteligencia les espiase mientras planeaban un golpe de Estado, la Guardia Civil sería definida como un cuerpo represor y adicto a torturar a las almas cándidas que solo buscan mejorar el sistema democrático español. Pero como lo que afirman dichos manipuladores no se lo creen ni ellos mismos, la sociedad española en su conjunto siempre puntúa con una altísima nota la labor que realiza dicha institución armada, famosa por su austeridad, su vocación de servicio público y su eficacia a la hora de desarrollar cualquier tarea de su competencia. Todas las localidades, muchos cientos, que jalonan las diferentes Rutas de peregrinaje que convergen en Santiago deben muchísimo a la Guardia Civil, cuyos agentes vigilan día y noche con discreción infinidad de sendas apartadas con el objetivo de brindar la mayor seguridad posible a quienes poner rumbo hacia la tumba del Apóstol, rescatar a viajeros que se pierden y atender cualquier tipo de incidencia. El Camino de Santiago es, por eso, una ruta en la que todo el mundo se siente seguro aunque viaje en soledad y en la que solo en ocasiones excepcionales se registran sucesos desagradables. Esa es la realidad objetiva y nada tiene que ver con la suerte o la casualidad, sino porque el sistema está perfectamente engrasado y funciona con la precisión de un reloj suizo, como bien destacó ayer Felipe VI durante su visita al cuartel de Sarria. Viva el rey, pues, y viva la Guardia Civil.