Un cable verbenero para iluminar Concheiros

reforma Lo de las obras de la calle Concheiros, en la capital gallega, va camino de convertirse en un culebrón de nuevo cuño, de esos que vuelven a triunfar en según qué televisiones. Tanto cambio de proyecto y tanto retraso dan para un serial truculento, con amoríos enfrentados y alguna que otra infidelidad galopante. Quien sepa a día de hoy cómo va a quedar realmente la calle que levante la mano. Y tiene mérito, porque deberían estar acabadas hace varios meses. Sin duda es buena idea lo de colocar entre quince y veinte bancos en la rúa -que tampoco saben aún la cifra exacta- o doce árboles (en solo cuatro alcorques) para reforzar ese aire de calle tranquila y sosegada que nunca tendrá, por el frenético paso de coches sin regular. Ese es otro problema pendiente, porque con el asfalto del trinque ya empiezan a verse desmanes con el acelerador sin haber acabado aún la obra. Y con aceras a ras de calzada y sin barreras, habrá que jugarse el tipo paseando por algunos tramos. Pero al margen de eso, choca quizá la estética de esa catenaria de verbena ochentera que será la encargada de dar luz a la rúa. Tiene un pase en el entorno de la rotonda, para evitar que los postes entorpezcan la circulación. Pero en la propia Concheiros, ese cable con aspecto cutre y unos cuantos focos colgando puede que resulten atractivos durante la noche. Puede. Pero durante el día son un auténtico tormento estético, por lo que se intuye de los ya instalados. Quizá estemos a tiempo de realizar las enésimas mejoras al proyecto. De sugerir farolas de toda la vida, de calidad, y no un cable del que acabarán colgadas las botas de algún peregrino pasado de vueltas. Quizá hablar de nuevo con los vecinos, con los que realmente viven en la calle y se representan a sí mismos, sea una buena opción. Pero un gran primer paso sería desechar lo del alambre sujetabombillas y pasar al plan B, aunque no lo haya todavía. Veremos en qué acaba tanta incertidumbre estética.

Beatriz Castro. Periodista