Una joya dentro de otra joya

cOMPOSTELA ESPERA como agua de mayo que empiecen a llegar los visitantes y peregrinos que se esperaban para el Año Santo antes de que comenzase todo el lío de la pandemia. Quienes lo hagan descubrirán, sin duda, una ciudad universal y acogedora, pero también una Catedral completamente renovada, que regala a los sentidos una explosión de arte y belleza incomparable. Después de diez años de obras, la Basílica compostelana reluce en todo su esplendor, como lo hace también Santa María la Antigua de la Corticela, la parroquia que se ubica en el interior de la seo metropolitana y que tiene como objetivo desde hace muchos siglos prestar asistencia espiritual a los forasteros que llegan a la ciudad del Apóstol. Una joya dentro de otra joya. Lo cierto es que las actuaciones de mejora que se llevaron a cabo en los últimos meses han conseguido que el pequeño templo recuperase su color original, además de dotarlo de instalaciones actuales, como la iluminación o la electrificación de las campanas, que permitirá a la parroquia llamar a los fieles a misa. También se rehabilitaron las cubiertas, los techos, las imágenes, el presbiterio, los bancos... En todo este ambicioso proyecto ha tenido mucho que ver, sin duda, monseñor Salvador Domato Búa, canónigo de la Catedral y párroco de la Corticela, quien ha puesto todo el empeño para conseguir la financiación y que el emblemático oratorio presente un aspecto lustroso y acogedor para los fieles y visitantes en este bienio jacobeo que se celebra en Santiago, en el que ya muchas parejas han solicitado su enlace matrimonial o el bautismo para sus hijos entre estos sagrados muros. Ojalá la vacunación avance con rapidez y pronto puedan empezar a peregrinar o a visitar Santiago aquellas personas que lo están deseando. Supondrá un balón de oxígeno para la ciudad y para los compostelanos en muchos aspectos.

BEATRIZ CASTRO. Periodista.