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Vacuna contra la pobreza

    caer en el fatalismo nunca es una buena opción. Por eso, cuando la pandemia golpea de nuevo con las peores cifras, vivimos enganchados a la esperanza de la vacuna contra el coronavirus. Pero no solo en el ámbito de la salud, que siempre, claro, ha de ser el más importante. La inmunización contra la COVID también es vital para salvar la economía y cada dosis inyectada es un aliento para la recuperación. Mientras no avance la administración de la vacuna, seguirá creciendo, imparable, la factura de vidas, enfermedad y pobreza, que ya es demasiado alta. Según los datos de Oxfam Intermon, Galicia acabó 2020 con 60.000 personas más viviendo por debajo de la línea de la pobreza, que la oenegé marca en 24 euros al día. La cifra puede resultar fría en sí misma, pero es fácil detrás de cada número imaginar el rostro de una persona que sobrevive en una situación de precariedad, sin trabajo, sin calefacción, sin lo imprescindible. Mientras la vacuna avanza, demasiado lenta aún, la incertidumbre se ha vuelto también el pan de cada día en miles de empresas. Los expertos confían en que la economía repunte con fuerza en la segunda mitad del año, pero hasta entonces la amenaza del cierre pende sobre una cantidad insoportable de negocios. El pasado año se cerraron de forma definitiva en Galicia 1.900 firmas –más de cinco al día–, pero los expertos anticipan una avalancha de concursos empresariales y todavía más pobreza. Desde el punto de vista de la economía, y a la espera del maná europeo, mantener vivo el tejido productivo hasta que la pandemia esté bajo control será igual de imprescindible que avanzar en el proceso de vacunación. Las administraciones tienen, si quieren, herramientas para ello. Mantener los ERTE, mejorar la financiación empresarial, facilitar el pago de los créditos ICO, disponer de ayudas directas para sectores como el de la hostelería... todo eso está en el paquete de la supervivencia empresarial en el trance que ineludiblemente habrá que pasar hasta conseguir la inmunidad de grupo, que ya es probable que no se consiga, como estaba previsto, en el verano. Primero Pfizer y ahora AstraZéneca han anunciado retrasos en el suministro de las dosis que había prometido a la Unión Europea y eso lo hace más complicado. Pero es responsabilidad de nuestros políticos redoblar los esfuerzos y utilizar todas las armas que tienen a su alcance para que el proceso de vacunación sea lo más rápido posible. Y ya puestos, qué bueno sería que gobiernos del mundo y grandes multinacionales farmacéuticas evitasen caer en el mercadeo inmoral de la inmunidad. Pero eso es otra historia...

    25 ene 2021 / 00:00
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