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Abbey Road en Carbis Bay

    LA VISIÓN de los líderes del mundo, caminando con cierta distancia social sobre las arenas de la desierta playa de Carbis Bay, me llevó por rara asociación de ideas al paso de cebra de Abbey Road, esa foto emblemática de los Beatles, esa portada. Corría el año 1969 cuando Iain MacMillan logró detener el tráfico unos diez minutos para realizar la que pronto se convertiría en una emblemática instantánea.

    No sé si la foto del G-7 adquirirá el mismo carácter simbólico: ellos son los que pulsan las teclas del mundo, y conviene que toquen una melodía coherente y suave, en este regreso desde los infiernos de la pandemia. Y con Boris Johnson manejando la batuta, ahí es nada. No puede permitirse un coro desafinado. Su look ayuda por el lado bohemio. Está recién casado y la reina Isabel y Carlos de Inglaterra, que llegaron para la recepción, completaban un cuadro campestre y costero de lo más chic, aunque los británicos se empeñen en Benidorm, con o sin PCR, que ya me he perdido.

    Lo cierto es que estos días los ingleses han acudido en masa a Cornualles, uno de los lugares más bonitos de la isla. Pero no había nadie en Carbis Bay para la presentación del concierto, quiero decir, de la cumbre, como no había nadie en Abbey Road aquel día de agosto de 1969. Los turistas (lo vi en una televisión por ahí) han copado todos los aparcamientos del lugar, llevan días locos por el mar azul y la libertad, pero la soledad de Carbis Bay se explicaba más bien por motivos de seguridad y de decorado.

    Como suele pasar, la foto buena no es la oficial (se parece a esas que se toman las plantillas de fútbol cada temporada, demasiado artificial y envarada), sino esta otra, el Abbey Road de Carbis Bay. El paso de cebra hacia una nueva relación. Fue ese el instante en el que Macron se abrazó a Biden, un abrazo transoceánico que quizás los ingleses no ejecutan con tanta soltura (no son tanto del roce). Porque Macron no da puntada sin hilo. El primer abrazo tras la pandemia: pronto podremos hacerlo los demás, creo.

    Recuerdo que Macron llegó a llevarse bien incluso con Trump, o lo intentaba. Luego el esfuerzo cayó en tierra baldía, porque el estadounidense no quería saber nada de Europa. Desde entonces, el océano Atlántico no ha dejado de ensancharse entre las dos orillas. Ahora Biden is back: está de vuelta. Ha sido recibido con cariño, como el viejo colega que viene a restañar heridas y sí, a hablar también de lo suyo... Y él ha reconvenido a Johnson, tan recién casado, aunque tan divorciado de Europa, por la crisis de Irlanda del Norte. No todo es felicidad sobre las arenas de Carbis Bay.

    Johnson, en esa tarde de playa y cena con la monarquía (la reina miraba curiosa, un poco de vuelta de todo: son ya catorce presidentes norteamericanos...), habrá comprobado que ahora el mundo le queda un poco más lejos, a pesar de su intento de potenciar la etiqueta UK Global. Bonito el día en Carbis Bay. Pero Biden está muy lejos de Trump. La crisis de Irlanda del Norte sitúa a Johnson en una situación incómoda y revitaliza a Europa. Y a la propia Irlanda dentro de Europa. Era lo esperable: Biden nunca vio bien el brexit.

    13 jun 2021 / 01:00
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