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Alicia en el País de las Maravillas

    ALICIA Padín es coordinadora local de la Rede de Normalización Lingüística de Galicia, entidad que pretende contribuir a la devolución a los gallegos del orgullo de hablar su propia lengua, en particular a los más afectados por las campañas de desprestigio de la misma. Sobre su uso, más característico del pueblo llano así como de la burguesía y clero más cultivados, ha pesado desde ya muy antiguo, pero particularmente durante las cuatro décadas del franquismo, una vergüenza inducida por el poder central.

    Hay mucha gente en Galicia comprometida desde hace muchos más años que estos últimos cuarenta en la reintegración de topónimos violentados y de una lengua maltratada por la tentación totalitaria de uniformar las siempre molestas diferencias de matiz a la voz de mando. Esta tarea es incomprendida y con frecuencia hostigada por una parte de la opinión española que suele simpatizar con sectores radicalizados a los que lleva a la exaltación un Gobierno cuyos aliados parecen querer reorganizar confederalmente España como paso previo a una siempre posible disolución.

    Tales radicales exasperados ponen en entredicho a Feijóo y su política de apoyo al gallego en la esperanza de contribuir a unificar a la totalidad de la oposición en un partido radical-conservador y dividir España en partes beligerantes e irreconciliables.

    Pero la fastidiamos si en tal contexto político y en una entrevista convencional en un periódico, sin que por lo demás nadie pudiera sentirse ofendido, la entrevistada Alicia Padín, queriendo comprometer a la burguesía gallega en la defensa de la lengua local, dice de pronto: “Ninguna persona culta debería atreverse a hablar el castellano”, que es una tontería sin correspondencia alguna con nuestra realidad social, probablemente queriendo decir: “Ninguna persona culta debería quedar al margen de la tarea en la que estamos comprometidos”, en lo que estoy de acuerdo.

    A sabiendas de que vivimos tiempos donde hay que ser muy preciso con estas cosas porque no está el horno para bollos y no solo se leen a disgusto por gente políticamente sensata y moderada sino que existen muchos exaltados de la interpretación maliciosa y extremista que se despachan frente a un equívoco o una tontería sin contexto que rime con ella como ante un puñado de catalanes incendiarios CDR. Si la lengua gallega sin comerlo ni beberlo sigue haciendo enemigos acabamos en el álbum de Siniestro Total Menos mal que nos queda Portugal.

    08 dic 2020 / 00:00
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