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RESEÑA MUSICAL

“Ariadna auf Naxos”, de R. Strauss, en el “Compostela Millenium Festival”, del 2000

    El “Compostela Millenium Festival” del 2000, había sido prolífico en propuestas desde la lírica a la danza, el teatro, el jazz o las variadas exposiciones, en una iniciativa del “Consorcio de Santiago” y otros entes locales. Cabe recuperar el espacio dedicado a la música clásica- que ocupará su espacio correspondiente- y la ópera con dos espectáculos. Un estreno de Michael Nyman, con “Facing Goya” y un título venerado por los entusiastas de Richard Strauss, con concreto por “Ariadna auf Naxos”, de la que se guarda excelente memoria por el trabajo realizado por la “Ópera Nacional de Noruega” (Der Norske Opera), que dirigía Hans E. Zimmer, y en la que destacaron como roles principales Richard Brummer, para los roles de el “tenor” y “Bacchus”; Bent Norup- “Maestro de música”-; “Arild Helleland- “Maestro de ceremonias”-; Tore Walmsaenss- “oficinista”-: Injeborg Kosmo- “compositor”-; Hege Gustava Tjonn- “Zerbinetta”-, Toril Carlessen – “Ariadna” y “Primadonna”-; Olen Jorgen Kristiansen-“Harlequin”-; Niels Harald Sodal-“Scaramuccio”-; Ketil Hugaas-“Truffaldin”-; Henrik Engelsviken-“Brighella”- ; Helena Jarlsrud- “Ninfa Najade” –Hege Hoisaeter-“Ninfa Dryade” y para la tercera “Ninfa Echo”, Rita Heigne, sobre una puesta escénica de Sean Walsh y un vestuario de Tim Hatley, con coreografías de Toni Herlfson.

    Hans E. Zimmer, el director, había estudiado en la “Hochschule für Musik” berlinesa, en donde se especializó en distintos instrumentos antes de optar por la dirección, junto a Heinz Fricke, en 1969. Su entrada profesional la realizará a través de teatros de provincia alemanes, antes de comprometerse en 1984 con la Ópera de Berlín, en donde acabará consiguiendo un éxito notable en 1991, con “Jenufa”, de Janacek. La “Royal Opera House”, de Copenhague, le ofrecería un contrato precisamente para encarar “Ariadna auf Naxos”, de Richard Strauss, en febrero de 1992, puerta de entrada para producciones como “Der Rosenkavalier”, y “Lohengrin”, de Wagner. Repetirá “Ariadna auf Naxos”, antes de presentarse en el “Festival de Canarias”, con “Le Nozze di Figaro”, de W.A. Mozart y un “Tristán e Isolda”. Mantendría sus actividades concertísticas con primeras orquestas desde la “Filarmónica de Dresde”, a la de Berlín, la “Gewandhaus”, la Rundfunk Leipzig”, en las que no faltarían otras de ámbito internacional. La ópera se mantendrá siempre en sus preferencias y así nos encontraremos con títulos como “La Nariz”, de D. Shostakovich, el Strauss de “Salomé”, y en esas proximidades, un título que sabrá ganar enteros al paso de las temporadas, “Tragedia florentina”, de Zemlinsky, presentada en Palermo en 1997, poco antes de repetir con “Lohengrin” al año siguiente, y “Los maestros cantores de Nuremberg”, una confirmación de su debilidad por el repertorio wagneriano, en las lindes precisamente de Richard Strauss. Este director, había sido contratado como invitado en la temporada 1999/2000, por “Der Norske Opera”, para la ópera que disfrutamos en el “Compostela Millenium Festival”, y en la que los solistas destacados pertenecían desde hacía años al elenco de la compañía.

    “Ariadna auf Naxos”, se había seguido en un par de jornadas, los días 26 y 28 de agosto de, 2000, y más fechas se hubiesen agradecido, por el gancho de un espectáculo siempre elocuente gracia a la complicidad del irrenunciable Hugo von Hofmannsthal y por el acierto en los tratamientos tanto musicales como escénicos. Hubiese complacido las exigencias del especialista en estas materias René Leibowitz, quien diría al respecto: Debemos señalar que el éxito de “Ariadna auf Naxos” se debe sobre todo al libreto, uno de los más ingeniosos que el arte lírico haya podido ofrecernos. Animado sin duda por el éxito de su primera “ópera buffa”. Strauss, que en ese momento era considerado un nuevo Offenbach, trata de llevar hasta sus últimas consecuencias las concepciones dramáticas de su gran precursor y llega a animar a Hofmannsthal a escribir un libreto en el que todo termine resultando un puro disfraz y en el que la ópera propiamente dicha- es decir, lo que, bajo el título de “Ariadna auf Naxos”, se escucha a partir del prólogo-, no sea más que una parodia de una ópera (parodia que se sitúa dentro de la ópera).

    El tema de la obra tal y como nos lo presenta el prólogo, gira en torno a una representación- en la estancia de un rico caballero-, de una “ópera seria” y de una comedia italiana; se decide, por orden del amo de la casa, algo impaciente, que las dos representaciones deben fundirse en una sola. El “gran tema” trágico de “Ariadna”, desconsolada sobre las rocas, está salteado de pequeños números extraídos de la “Commedia dell´Arte” y eso es lo que nos presenta la segunda parte de la obra. Ese tema le permitió al autor escribir muchos recitativos “secco”, una “obertura”, múltiples arias (entre las cuales se encuentra un aria de coloratura de”Zerbinetta”) y muchos números de conjunto. En definitiva, Richard Strauss, pudo así satisfacer su deseo íntimo de utilizar todos los recursos de expresión tradicional del arte lírico y sin duda, los utiliza como un verdadero maestro. La orquesta está tratada con un refinamiento extremo y lo mismo ocurre con la escritura vocal.

    14 ago 2020 / 00:15
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