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Bajas menstruales

    ES un tema delicado el de la idoneidad o no de sacar a relucir las bajas menstruales por parte del Gobierno. También lo es escribir sobre el mismo; y toda prudencia es poca. Por eso muchos, antes de opinar, hemos estado sondeando y consultando, en primer lugar, la opinión de las propias mujeres que nos rodean. También hemos estado atentos a lo que señalan los especialistas. Y es que las y los médicos parecen considerar, mayoritariamente, que los casos de menstruaciones incapacitantes, que a su parecer son pocos, estaban siendo bien atendidos por Sanidad. También nos aclaran que la casuística es tan grande, que un diagnóstico de endometriosis o de dismenorrea no tiene las mismas consecuencias ni igual grado de incapacitación en una mujer o en otra.

    Hay mujeres que, según los sanitarios, se ven imposibilitadas para llevar a cabo sus actividades normales, mientras que a otras es precisamente la actividad y el ejercicio lo que les ayuda a sobrellevar los síntomas. Tampoco era tan necesario que nos lo dijeran, pues tenemos madres, esposas, hermanas y amigas con las que hablamos con normalidad sobre estos temas. A la mayoría no les parece bien que se intente señalar y distinguir así la condición femenina. Más aún: algunas hablan de que la flexibilización de horarios y fórmulas de trabajo en función de circunstancias familiares y personales, aplicables a hombres y mujeres, y acordadas por convenios, evitaría señalar a las mujeres y crear disensiones en el seno de las empresas. Incluso respetaría su derecho a la intimidad.

    Está claro que este tipo de bajas ya se contemplaban. La novedad parece estar en sufragarlas desde el primer día; y claro, ahí surge otro problema, porque no se entiende que no se haga lo mismo con otras bajas derivadas de diversas dolencias. Dada la casuística existente, también se presume que las mujeres que las soliciten deberán someterse a un exhaustivo diagnóstico médico; y que las empresas tendrán acceso a información que entra en el ámbito de la esfera privada. La mayoría de las mujeres que aplauden la medida incluso consideran que se corre el riesgo de estigmatizar a la mujer. La propia ministra Calviño reconoció lo que muchas mujeres estaban diciendo ya en privado.

    En Europa no existe precedente, mientras que en algunos países asiáticos sí lo hay. Con todo, leemos que pocas mujeres se acogen a tal derecho en Asia; precisamente, para evitar ser señaladas. Es decir, se corre el riesgo de dificultar la coexistencia en el ámbito laboral, que se preste a la trampa o a la pillería, y que quienes padecen otras enfermedades reclamen igualdad de trato ante sus padecimientos. No sé; pero suena a otra de esas cándidas propuestas de un sector del Gobierno que, por mucho que se aprueben, tendrán la poca efectividad que se les augura.

    21 may 2022 / 01:00
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