Bomberos, una buena noticia
ABUNDAN en la reciente historia de Compostela ejemplos de la más flagrante malversación de fondos públicos por obras mal planificadas respecto del destino para el que habían sido concebidas, bien por confiar su diseño a aprendices de arquitectos, bien por cambiar de idea constructiva a mitad de camino, cuando no por imperdonables errores de bulto en la fijación del presupuesto.
El nonato matadero municipal de Lamas de Abade, que dio paso a un colegio luego de reducir a escombros la millonaria obra, o el previsto hospital materno infantil reconvertido una vez concluido en residencia estudiantil son los dos más claros ejemplos de la irresponsabilidad de disparar con pólvora del rey.
Acostumbrados, pues, a romper tantas veces el cántaro camino de la fuente de los buenos propósitos, se intuía que correría similar suerte el esqueleto constructivo que desde 2006 recordaba en Salgueiriños el intento de contar con unas instalaciones adecuadas para establecer en ellas el tan ansiado como nunca resuelto parque comarcal de bomberos que pretendía dar servicio a Ames, Teo, Brión, Boqueixón, Vedra, Oroso, O Pino, Touro, Padrón, Val do Dubra y Rois, y que informaciones más recientes parecen limitar a menos municipios.
Las invocadas razones de un disparatado incremento presupuestario en la obra y las no explicadas de las lagunas que en materia de emergencias contempla la aún ahora no plenamente desarrollada Ley autonómica de 2007 paralizaron un proyecto cuya conveniencia y promesa data de varios lustros atrás.
Ahora parece haberse llegado a acuerdo entre las distintas administraciones para retomar el parque comarcal de bomberos en el paralizado proyecto de Salgueiriños, una vez que sendos informes técnicos apuntan a la viabilidad del aprovechamiento del actual esqueleto constructivo.
Al margen del peso que en esta caída del caballo camino del Damasco de la sensatez haya tenido la afectación en el actual parque de bomberos municipal la demolición de la estación de autobuses destinada a nuevas dependencias de la Xunta, hay que felicitarse de que el sentido común arribe, de vez, en la necesaria planificación que en cuestión de emergencias adolecía la comarca compostelana.
Que se haga por consenso de todos los estamentos implicados, asumiendo las partes alícuotas presupuestadas para su ultimación y plantilla, acrecienta el grado de satisfacción ciudadana. Si se hiciese con la celeridad disculpatoria que demanda el tiempo transcurrido, mejor que mejor.
Se corregirán, de este modo, auténticas aberraciones como constan en el cuaderno de bitácora de un servicio no ajeno a la falta del más elemental racionalidad, como es que, con los de Santiago a 3,1 km., bomberos de Ordes hayan tenido que acudir a Los Tilos en Teo –38,1 km– a apagar un incendio o que bomberos de Santa Comba acudan al término municipal de Santiago –a 25 minutos– para excarcelar a unos ocupantes de un turismo, en llamada comunicada media hora más tarde también al servicio municipal santiagués –a solo diez minutos– haciendo inútil el viaje de estos últimos. Eso sí, con la inexplicable y por tanto judicializable demora que en un caso de vida o muerte supone ganar 15 minutos.
Queda como última y principal demanda final que los servicios de aviso de emergencias autonómicas respondan de una racional eficacia, lejos de los intereses espurios que denuncia el sector, y se cuente con el debido Estatuto de Bombero Profesional que los afectados de toda Galicia llevan más de treinta años aguardando.