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Boo

Juan Vicente Boo (A Pobra do Caramiñal, 1954) es un tipo formidable, que hace unos cuantos años (exactamente, 22) que se dedica a una labor magnífica: ser corresponsal del diario ABC en el Vaticano. Acaba de publicar, en Espasa, un libro absolutamente imprescindible: Descifrando el Vaticano. Desde dentro y desde fuera. Me imagino que comprenderán la complejidad de esa ciudad/estado que ha marcado los límites de la historia de la Humanidad a lo largo de los últimos dos milenios. He aquí a alguien que ha acompañado a los tres últimos papas en sus viajes y en sus respectivas labores pastorales. A alguien que nos descubre secretos valiosísimos sobre el funcionamiento interno de los mecanismos que hacen facturar la maquinaria ética y religiosa del Mundo, y, ante todo y sobre todo, que nos ayuda a borrar los errores que, comúnmente, sobrevuelan su crónica cotidiana. Ante este lugar, no cabe duda de que no hay más que dos opciones. Una: que te entre el síndrome de Stendhal, y que la infinita belleza de sus múltiples objetos y plazas te deje anonadado de una vez por todas. Y dos: que te pase lo que decía Gilbert Keith Chesterton, el padre putativo de personajes inmortales como el Padre Brown, y que el autor se preocupa en recordar: “La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta...”

vaticano

En este insigne y maravilloso ensayo, plagado de hallazgos milagrosos, se nos descubren cosas que nos rozan los contornos del alma. ¿Por ejemplo? Que el día en que se descubrió el grupo escultórico seguramente más maravilloso que existe, Laocoonte y sus hijos, y que inauguró de facto los Museos Vaticanos, el papa Julio II envió a su prodigioso protegido Miguel Ángel a examinarlo. Fue él quien lo valoró por vez primera. El pontífice, lógicamente, lo adquirió raudo y veloz, y medió solamente un mes antes de que se expusiera en la Ciudad Santa. Curioso. La obra más importante del Planeta después de esa, no se expondría en el futuro en el Vaticano, sino en la humilde iglesia de San Pietro in Vincoli: el Moisés, del propio Michelangelo. Sí. Aquella a la que su autor, una vez finalizada, dio unos golpecitos y animó con la frase: “Y ahora, habla...” Pero eso es sólo una anécdota. El autor nos describe, por ejemplo, en qué consiste la labor exacta del papa, nos matiza el contenido de la Biblioteca Vaticana (desmontando su leyenda negra, sobre todo en lo que se refiere al Archivo Secreto), y nos aclara, sin ambages ni cortapisas, como se diría en tiempos, los problemas con que se enfrenta el bueno de Francisco, abusos sexuales incluidos. Una obra maestra de ensayo. A no perder...

15 mar 2021 / 01:00
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