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Cada uno en su sitio

    MÁS que seguro que tienen razón los que piensan que, si no se tratase de que Salvador Illa es el principal candidato del PSC en las próximas elecciones autonómicas catalanas, jamás se hubiese armado tanta bulla por su cese como ministro de sanidad del Gobierno de Sánchez. Y es que la política se ha ido convirtiendo en una cacería de todos contra todos y por todo, aunque sea mínimo el detalle. ¿Qué se le va a hacer? Las cosas como son.

    Peor aún nos lo ponen si resulta que el dichoso Illa tiene efecto. La sola proclamación de su candidatura desató unas expectativas demoscópicas extraordinariamente favorables para el PSC. Tantas como para amenazar la posibilidad de que los independentistas consigan, sumando, claro, una mayoría suficiente para formar un Gobierno solo entre ellos. De ahí que estén tan incómodos los de ERC y se vuelvan tan lenguaraces los de JpC.

    Esquerra tiene que ir decidiendo de una vez si la disculpa independentista basta para tapar una malsana relación concupiscente con la derecha catalana, que arrastra deudas políticas no fáciles de disimular con prácticas corruptas de extraordinaria dimensión, tanta como para haber tenido que retirar de las hornacinas la imagen de su más preclara figura.

    Ya que dicen ser de izquierdas, además de nacionalistas, están obligados a guardar con cierta limpieza sus opciones de relación. Aunque sea en el nombre de Cataluña, no todo vale. Quizá sea por eso, por la incoherencia de ERC, que el efecto Illa les puede afectar tanto como para temerlo como demuestran temer.

    En cualquier caso, es indiscutible que el sacrificio de las posibilidades de acuerdos políticos, incluidos los de formar Gobierno, entre ERC y el PSC –que ya lo hicieron, no se olvide, hace unos años– ha privado a Cataluña de poder transitar por vías políticas integradoras, no desestabilizadoras y, por lo que ya se vio, relativamente fructíferas.

    No quiero decir que tengan que volver ahora a aquellas andadas, que puede que no sea posible, y hasta puede que tampoco deseable, pero sí que al menos deberían ser conscientes, tanto ERC como el PSC, de a donde les ha traído la suerte, a ambos, desde entonces.

    Yo también soy de los que piensan que ERC viene siendo demasiado condescendiente con la derecha y el PSC con el independentismo, en lo que ninguno de los dos tenían que haber caído para guardar las posibilidades de mutuo acuerdo. También soy de los que creen que eso, hasta ahora, fue malo para Cataluña, a la que todo le hubiese ido mucho mejor si ambos hubiesen sabido quedarse en su sitio.

    28 ene 2021 / 00:00
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