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Caldo de gloria

    LOS tiempos de Rosalía de Castro son llegados y la austeridad se impone en un momento en que degustar pasado se ha convertido en un placer.

    La heroicidad de la supervivencia se grita al oído de la gente con aparente sordera de cobarde y malsana autodefensa. La carga que transportan los huelguistas, agricultores, ganaderos, pescadores y cazadores es, en resumen, todo lo que comemos y que venimos a llamar sector primario; aunque tal clasificación no suponga dar prioridad a cuidados y mimos.

    La subsistencia grita con piquetes, que hace mucho que han dejado de ser informativos, y el caldo de gloria se impone como bebedizo revitalizador en tiempos de penuria. Huesos, agua y col enarbolan humildad en la desventura y dan felicidad con algo caliente al llegar al hogar.

    Demostrado que los sindicatos en España no están para defender a los trabajadores en los momentos más necesarios, conviene recordar que desde hace diez años 74 millones de euros públicos han ido para UGT y CC.OO.

    Los sindicatos tuvieron sentido en la Europa del XIX y del XX; pero el nuevo entorno laboral les puede con tres millones de autónomos y emprendedores que no cuentan con ellos. Los jóvenes no quieren saber nada y los desconocen en todos los países de la OCDE. En España las cifras de afiliación indican que es la más baja de los últimos 30 años en toda Europa.

    Han pedido siempre la aplicación de la Ley de Transparencia y no hay manera de saber las cifras que los componen, cómo gestionan el dinero público y qué es lo que hacen en esos cursos de formación a los que no quieren renunciar. Al contrario de todo el mundo, o casi todo el mundo, UGT Y CC.OO aseguran que la pandemia no les ha afectado y que han crecido en el confinamiento.

    El presidente Rajoy y su Gobierno rebajó las subvenciones a la mitad y le organizaron cuatro manifestaciones en 2017 porque la luz pagaba setenta euros megavatio hora y hoy que está por encima de los doscientos se quedan en casa.

    UGT y CC.OO han dicho varias veces, alto y claro, que están en contra de rebajar los impuestos sobre la luz y la gasolina, en Cataluña se han manifestado junto a los independentistas contra el 25% del castellano en las escuelas y en el País Vasco lo han hecho en defensa de los presos de ETA.

    Subvencionar y mandar son sinónimos porque las cuotas de afiliados no dan para mantener el engranaje, y a partir de ahí cuesta entender cómo no hay nada que ofrecer al 90% de pequeñas y medianas empresas que han estado siguiendo las protestas reivindicando lo que tiene lógica.

    Falta pasión generalizada con lo que consideramos justo y lo que está peor es la resignación. Si hubiese que hablar del gremio que más ha progresado tendríamos que hablar del de los resignados. Que tengamos pasión en las calles da sentido a un caldito de gloria y hasta la hija de la higuera de Rosalía se enraíza desde esta semana en el Real Jardín Botánico de Madrid.

    27 mar 2022 / 01:00
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