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Catar 2022

    NO es la primera vez que la FIFA, el organismo que rige el fútbol de forma dictatorial, blanquea dictaduras. Recuerden Argentina 78 y Rusia 2018, por citar solo dos ejemplos. Este año el beneficiado fue Catar y son muchas las voces que califican este evento futbolístico como “el Mundial de la indignidad” por la mala relación que tiene el emirato con los derechos humanos.

    Llama mucho la atención que sea ahora cuando arrecian las críticas en muchos países, asociaciones, en medios de comunicación y hasta en el Parlamento Europeo que, ¡válgame Dios!, descubre ahora que hay corrupción en la FIFA y que en Catar no se respetan los derechos humanos fundamentales.

    “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Todo el mundo sabía que los homosexuales son perseguidos en Catar, las mujeres son consideradas seres inferiores y la represión se ceba con los detractores del régimen. También sabían todos –¡menos el Parlamento Europeo!– que los trabajadores, inmigrantes procedentes de países subdesarrollados, fueron tratados como esclavos en la construcción de los estadios y demás infraestructuras para acoger el Mundial y que murieron miles de obreros por la intensidad del trabajo realizado a temperaturas asfixiantes y por falta de todas las medidas de seguridad.

    Ocurre que Catar tiene petróleo y gas, comercia con el occidente rico y sus petrodólares cautivaron a los dirigentes de la FIFA, compraron todas las voluntades y acallaron las voces disidentes de los gobiernos bajo la promesa de las autoridades cataríes de una apertura social y política que no se producirá. Don Francisco de Quevedo denunció en una de sus más célebres composiciones satíricas que “Poderoso caballero es don dinero”.

    Los futbolistas nada pueden hacer. Jugadores de siete selecciones –Alemania, Inglaterra, Gales, Bélgida, Dinamarca, Suiza y Países Bajos– querían portar el brazalete One Love en apoyo de la lucha del colectivo LGTBI+ y fueron amenazados con sanciones por la FIFA, que es “un Estado dentro de los estados”, y no tuvieron el apoyo de sus federaciones. Solo protestaron como pudieron alemanes e ingleses y la Federación Danesa que se desmarcó de la dictadura de la FIFA.

    ¿Y la Federación Española? Ni está, ni se le espera. Su presidente, sobre el que hay indicios de corrupción, ya fue abducido por el dinero de Arabia, régimen que gana a Catar en recorte de libertades y derechos a las mujeres, a los homosexuales y a los ciudadanos saudíes, que solo son súbditos de una dictadura implacable. Juzguen ustedes si el Gobierno de España, que se dice progresista y feminista, es cómplice con su silencio de que equipos españoles jueguen la Supercopa de España en ese
    país y de blanquear ahora a Catar.

    28 nov 2022 / 01:00
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