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Cervantes de verano

    ENCUENTRO que Cervantes y Shakespeare son excelentes autores para el verano, aunque haya quien considere que esta es época para lecturas más ligeras, menos enjundiosas, donde el enigma y el misterio brillen por encima de cualquier otro elemento literario. Sin embargo, ¿caben más misterios que los que encierran Shakespeare y Cervantes, ya sea juntos o por separado? Hace más de veinte años que me reúno con Cervantes y sus personajes en verano, o que ellos se reúnen conmigo, si me lo permiten. No sólo me proporcionan infinita paz, sino que me permiten jugar a los enigmas, algo que este año, ya en el centenario de su publicación, podrían intentar con ‘Ulises’ de Joyce, si no lo han hecho. Joyce se jactaba de que los críticos tardarían más de trescientos años en desvelar lo que dejó oculto en su famosa novela. Creo que no hemos tardado tanto (pocos misterios quedan en ‘Ulises’, a decir verdad), pero ¿quién nos asegura que Cervantes, menos narcisista, no hizo exactamente lo mismo?

    Cervantes y Shakespeare son los campeones del misterio, empezando por sus vidas, muy poco conocidas. Hasta tal punto que las pocas certezas sobre Shakespeare han servido para hacerlo más popular, para convertirlo en una auténtica industria en el Reino Unido. Y también son múltiples los enigmas que se desprenden de muchas de sus obras. ¿Y Cervantes? Creo que aquí no se ha desarrollado tanto esa pasión por desvelar su verdadera identidad y sus orígenes, pero hace ya algunos años en los que los conocimientos tradicionales sobre el autor son puestos una y otra vez en entredicho. A buen seguro ustedes conocen las dudas que recaen sobre la vida de Cervantes... y los tremendos equívocos que se desprenden del Quijote. ¿Quiso Cervantes engañarnos por placer, por comodidad, o quizás sólo por miedo?

    En todo esto pienso cuando vuelvo al Quijote (y a Shakespeare). Este año he optado por la Segunda Parte, donde se revela quizás con más nitidez ese lenguaje y esa descripción de la flora y el paisaje que llevó a César Brandariz en su famoso libro, ‘Cervantes decodificado’ (MR ediciones, 2005), a asegurar que las raíces verdaderas del autor son muy otras, y que los tópicos tradicionales no han hecho más que ocultar lo que, si uno se fija, puede ver. Cito a Brandariz, como ya hice en otras ocasiones, porque su estudio me parece profundo, aunque hay otros muchos investigadores que han dicho cosas semejantes, y no pocas aparecen en celebradas ediciones críticas, como la de Francisco Rico. ¿Es posible que Cervantes no le vaya a la zaga a Shakespeare en lo tocante a misterios y ocultaciones? Eso parece.

    Quizás por judío converso, o por lo que fuere (sus circunstancias vitales fueron complejas) Cervantes parece ocultarnos que no ha nacido en realidad en Alcalá de Henares, y, según Brandariz, su conocimiento de la Mancha parece más bien indirecto, fruto de viajes. Todo remite, dice, a las montañas de León, incluido el lenguaje, más concretamente a Sanabria. Y otros, dicen, al Bierzo. Y a Lugo, por supuesto. Montañés, berciano, gallego... Resulta comprensible que haya muchos padres para Cervantes, pero muchos detalles del Quijote, y por supuesto los apellidos, parecen revelar demasiadas cosas. No hay sitio aquí para exponerlas, pero sí en los libros citados y en otros. Y en el propio Quijote, al que siempre hay que volver.

    15 ago 2022 / 01:00
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