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Coherencia en la Educación

    VIVIMOS tiempos convulsos en educación, la octava ley educativa de la democracia, la Lomloe, ha puesto en debate a toda la comunidad escolar, en una situación de incertidumbre y vulnerabilidad para un debate pendiente en la sociedad que necesita de serenidad y consenso. La Lomloe responde al “suspenso” de España en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas a la hora de ofrecer una educación inclusiva de calidad, estableciendo un plazo de 10 años para que los centros ordinarios cuenten con los recursos necesarios para atender a la diversidad del alumnado.

    Un propósito que es utopía, si no se acompaña de planificación e inversión, de la participación de los colectivos implicados y de coherencia con su fundamentación, el derecho universal de todas las personas a la educación.

    En estos días, la inclusión educativa del alumnado sordo ha sido objeto de varios titulares que denunciaban las situaciones a las que se enfrenta el alumnado y profesorado sordo con el uso de mascarillas. Una situación de precariedad comunicativa que se suma a la que sufre diariamente el alumnado sordo integrado en el aula ordinaria y al que las distintas leyes educativas no han dado respuesta. Por otra parte, hay un hecho alarmante que no aparece en titulares. El aumento de casos de privación lingüística, un fenómeno que ocurre cuando un niño es privado del acceso a la lengua que puede desarrollar de manera natural, en el caso de los niños sordos, sordo-ciegos u oyentes con dificultades para expresarse en lengua oral, las lenguas de signos.

    Aunque los avances en atención precoz de la sordera y el desarrollo tecnológico, sobre todo de los implantes cocleares, han mejorado el acceso a la lengua oral del alumnado sordo, los implantes cocleares no son la panacea que muchas veces se presenta a las familias de niños sordos. Las investigaciones internacionales apuntan a que el éxito de los implantes se sitúa, en los estudios más optimistas, en torno al 20 %. Muy pocos niños implantados logran la recuperación completa e incluso hay quienes no recuperan nada de audición con 8 o 10 años.

    Para atender a esta necesidad, y avalados por los excelentes resultados en educación de sordos en algunos países del norte de Europa, comenzaron a desarrollarse en España, a partir de los 90, experiencias bilingües (Lenguas de Signos/Lengua Oral) en centros educativos en los que el alumnado sordo puede desarrollar su lengua natural, la lengua de signos y la lengua oral. Se trata de escolarizar juntos niños sordos y oyentes, con la participación en el aula de dos profesores a la vez, uno de los cuales es competente en lengua de signos. Es un contexto “co-enrolment education”; donde se agrupa en el centro y en las aulas un número amplio de alumnado sordo, para evitar el aislamiento social que se produce en contextos ordinarios en las que sólo se integra a uno o dos alumnos, como máximo, por aula. Todo ello sin renunciar a la utilización de las ayudas técnicas ni a los apoyos específicos que los alumnos puedan necesitar.

    Sin embargo, todavía no existe un marco normativo que ampare a la educación bilingüe en los pocos centros donde actualmente se desarrolla este modelo. Para empezar a revertir esta situación, se envío un comunicado a las administraciones gallegas, catalanas y madrileñas y al Ministerio de Educación, con las aportaciones de las asociaciones de familias con hijos sordos, docentes, intérpretes e investigadores en lingüística y educación sobre los beneficios que el bilingüismo (Lengua de signos/ Lengua oral) aporta para el desarrollo lingüístico, emocional, social y académico del alumnado sordo. Una llamada a la coherencia para la que seguimos esperando respuesta.

    12 dic 2020 / 00:00
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