Confinamiento versus inmunidad de ‘rebaño’

LA enfermedad producida por el cornovirus, ha dado lugar a una pandemia porque si se dan determinadas condiciones, el virus es fácilmente transmisible. Aún se desconocen muchos aspectos de esta nueva enfermedad, pero hay otros que sí se saben.

Se sabe que su curso es muy diferente de unas personas a otras. Se sabe que, simplificando, hay tres formas clínicas. Una grave, que incluso puede acabar con la vida del paciente; otra con síntomas de menor gravedad; y por último, la tercera, tan leve, que puede pasar desapercibida, incluso para el infectado.

Se ha comprobado que la mayoría de los casos graves se producen en personas de edad avanzada o que padecen determinadas enfermedades previas, tales como la diabetes, la hipertensión arterial y otras.

Por el contrario las formas leves o que pasan inadvertidas se suelen dar en los más jóvenes, sin que puedan descartarse por completo casos graves en ellos.

Para luchar contra algunas enfermedades infecciosas susceptibles de producir epidemias disponemos de dos tipos de remedios. El principal, en muchos casos, es la vacunación y en otros, además de la vacuna, se dispone también de tratamientos efectivos. No es el caso de la covid-19. No hay vacuna contra ella y además no disponemos de un tratamiento cuyo resultados positivos sean compartidos por toda la comunidad científica.

Si bien son evidentes la ausencia de una vacuna y de tratamientos con efectividad real, disponemos de dos remedios, no médicos que nos brinda la naturaleza: la confinación y la inmunidad de grupo.

Sobre la confinación no hay que hablar nada, puesto que todos la conocemos porque la hemos practicado durante los últimos meses. La inmunidad de grupo o de rebaño, consiste esencialmente en que en la sociedad exista un número importante de personas, que por haber pasado la enfermedad, sea inmune a ella aún en contacto con otras que la padecen y están en el periodo infectivo. Para que se hable de inmunidad de grupo debe existir al menos entre un 40 y un 60 % en la comunidad de personas inmunes, por haber pasado ya la enfermedad.

Ambos métodos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. El confinamiento requiere que se pongan en marcha sistemas represivos para que los desaprensivos la incumplan. Por otra parte, el confinamiento produce una parálisis importante del comercio y la industria, con el tremendo perjuicio económico que conlleva. Tiene la ventaja de que dificulta la transmisión de la enfermedad con el beneficio individual que reporta en las personas, que por tener factores de riesgo, son potenciales víctimas de padecer la forma grave.

Un inconveniente de este método es, que como no puede mantenerse indefinidamente, cuando las autoridades abren la mano, se producen repetidos rebrotes, como estamos viendo que es una realidad en toda la geografía española, por lo que a veces hay que recurrir de nuevo a un confinamiento.

La inmunidad de grupo, tiene la ventaja de que es rápida y eficaz. Sin embargo tiene dos graves inconvenientes. Al principio, sobre todo, la transmisión indiscriminada afectará a muchas personas con factores de riesgo, que pueden quedar con secuelas o morir y otro, no despreciable, es el potencial colapso de los servicios sanitarios si el aumento de infectados es muy brusco y aparecen muchos sujetos con formas de las que requieren hospitalización o cuidados intensivos.

Ambos métodos son contrapuestos. El confinamiento es absolutamente opuesto a que se produzca una inmunidad de rebaño, mientras que ésta facilita, por el contrario, que se produzca la enfermedad en mucha gente sin tener en cuenta que algunos son personas de riesgo.

Existe un método mixto que es seguramente el mas efectivo. No cabe la menor duda que será difícil de llevar a cabo.

Consiste en un método mixto. Confinar exclusivamente a las personas con factores de riesgo, en los que una infección pueda tener graves consecuencias. Al resto de la población, en la que se creará la inmunidad de rebaño, dejarla libre. Durante estos días, los focos que, según leemos en la prensa, se están produciendo en las discotecas, botellones y otros jolgorios de jóvenes, están colaborado positivamente a que se cree una inmunidad de grupo, lo que sería imposible con una confinación rigurosa.