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Coordinación o caos global

    DICEN los más respetados vacunólogos y epidemiólogos del mundo, que una de las lecciones más gratificantes de esta pandemia que nos devora social, sanitaria y económicamente, es el compromiso entre laboratorios universitarios, empresas farmacéuticas y grupos de investigación a la hora de colaborar y compartir avances e información en pos de ese antídoto que consiga aplacar ese virus SARS-CoV-2 que provoca la neumonía de Wuhan, enfermedad rebautizada por la OMS en febrero de 2020 como covid-19.

    Otros, sin embargo, desconfían de tan loable cooperación entre casi 90 unidades y centros de estudio de todo el planeta, y hablan más bien de competición, e incluso de ciertas vacunas que ya están empezando a dar resultados, todavía secretos, en China, Alemania, EE. UU., Reino Unido, o Hong Kong.

    Desearíamos pensar que es como dicen los primeros; es decir, que la colaboración sanitaria es también un grato efecto colateral de esa globalización que no sólo convierte epidemias en pandemias, sino que propicia progreso y desarrollo a escala global.

    Sin embargo, el desequilibrio imperante entre países y continentes en términos de riqueza, y los desajustes y rifirrafes reinantes en ámbitos como el energético, el climático, el migratorio, el económico, el político, el de seguridad y defensa, y hasta el democrático, me indican justo lo contrario. Digo más: ese celo y recelo entre grupos de investigación que yo mismo he podido presenciar en diferentes contextos internacionales, es casi tan grande como la falta de comunicación que existe en España entre los más diversos y ‘competitivos’ proyectos de investigación que se llevan a cabo en campos estratégicos como el humanístico, el jurídico, el médico o el económico. Y lo único que subvierte aparentemente dicho aislamiento académico, son los proyectos de investigación integrados por profesores adscritos a distintas instituciones universitarias; los mismos que pronto verán recortados sus sueldos.

    ¿Cómo es posible pretender aunar esfuerzos y eficiencia a escala internacional, incluso frente al coronavirus, cuando los verdaderos expertos que podrían contribuir a sacarnos (también en España) de este caos socioeconómico y de esta ansiedad sanitaria se sienten abandonados, desde hace décadas, en términos de apoyo, reconocimiento y financiación?

    Incluso en las escasas ocasiones en las que se cuenta con nuestro criterio, luego las presiones y los intereses políticos hacen que los dictámenes que aportamos se ignoren o, en el mejor de los casos, se apliquen sólo parcial y convenencieramente por un supuesto comité de expertos superior cuyos integrantes no conocemos.

    No hay más que ver las confrontaciones en la UE, las estrategias opuestas en América Latina, los encontronazos entre los estados norteamericanos, o las contiendas entre nuestro Gobierno central y las comunidades autónomas, para constatar la falta de consenso.

    27 abr 2020 / 12:22
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