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Creer, decir, hacer

    DEL dicho al hecho hay mucho trecho. Usualmente nos quejamos de los políticos porque no hacen lo que dicen que van a hacer. Eso es verdad no solamente para los políticos sino para todos nosotros. A veces al decir lo que vamos a hacer, añadimos inconscientemente matices a lo que decimos, que anuncian que no lo vamos a hacer. Hay coletillas como lo intentare, veré si puedo... que revelan nuestra disposición interior a no cumplir lo dicho y cubrirnos las espaldas anticipando las excusas. Muchas veces los políticos y nosotros, nos autoengañamos y creemos que somos sinceros cuando decimos algo que en realidad no es verdad y a lo sumo lo decimos porque es ‘políticamente correcto’ o porque nuestro inconsciente teme por lo que dirán otros. Un ejemplo ilustrativo de lo que estamos diciendo lo revelan las encuestas. Si se pregunta si nos gustaría que en la TV o en la radio o en la prensa se dedicase más espacio a la Ciencia o a la Cultura y menos al Deporte y a la Política, el ochenta por ciento dice que sí.

    La realidad es diferente, el medio que dedicase más espacio a esos apartados bajaría de audiencia. De hecho, esa es la razón por la cual en la prensa no se dedican diariamente espacios a la Ciencia y a la Cultura. En las radios o televisiones los espacios dedicados nunca se hacen en horarios de máxima audiencia. En realidad, todo ello refleja una falta de consistencia personal. Una persona es consistente cuando los motivos que impulsan su vida están conectados tanto conscientemente como inconscientemente con lo que dice y hace. La inconsistencia personal puede ser más o menos grave. No es lo mismo la inconsistencia por ejemplo de quién defiende el valor de la verdad y sin embargo miente para evitar un conflicto o por que le da vergüenza, que quién defiende la familia, pero traiciona a su hermano por cuestiones de herencia.

    Sea más o menos grave la inconsistencia, esta causa un desacuerdo interno, revelando que la persona ha perdido su unidad. A la persona inconsistente su propia vida se le escapa de sus manos dado que lo que le impulsa es una motivación que no conoce. Su vida esta montada en un engaño que le impide ser el mismo. No es libre.

    Todos tenemos nuestras inconsistencias que esconden como realmente somos, disminuyendo nuestra libertad. La psicología nos dice que aquellas personas que se van haciendo más tolerantes a su propia disonancia interior resultan cada vez más incongruentes. Las grandes incongruencias nacen a partir de pequeñas incongruencias que llegan a ser fuertes ataduras. La autenticidad personal, donde creer decir y hacer son naturales consecuencias una de otra, es un valor de alto precio y da una gran paz como consecuencia de la libertad de quién la tiene.

    12 nov 2021 / 01:00
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