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Cuba y la primavera caribeña

    LOS contagios del SARS-CoV-2 en Cuba aumentan. Varios analistas internacionales aseguran que los datos de la perla del Caribe los debemos poner en cuarentena. Sugieren que aparentan filtrados; y que, como al régimen siempre le gustó presumir de su sistema sanitario, los tratamientos vacunales asociados a la Soberana 02 y a la Abdala pretenden convertirse en los viales más efectivos de América Latina contra la COVID-19. Ojalá así sea. Bien lo merecen nuestros hermanos del otro lado del Atlántico. Y si además logran el visto bueno de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), tras los dictámenes de la Agencia Nacional Reguladora de Cuba, pues mejor que mejor. Así lo afirma el médico peruano José Moya Medina, quien tiene voz en la OPS y representa a la OMS en Cuba.

    Ya me extrañaba que un país tan orgulloso de su sector sanitario no se reivindicase como epítome de la investigación más compleja y esencial en tiempos de pandemia. Y si además el anuncio coincide con la celebración del octavo congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), pues miel sobre hojuelas. Sobre todo sabiendo que la era de los Castro empieza a quedar atrás; que su protegido, el presidente Díaz-Canel, no logra aglutinar a la cornucopia del poder de la isla; y que la sociedad cubana, cada vez más informada y conectada con el exterior, aparenta estar dispuesta a iniciar una primavera caribeña de ésas que reivindican pan, democracia y libertad para todos, y que saben que contarán con el apoyo y el efecto dominó de tantos otros contextos oprimidos de Latinoamérica.

    Lo presagiamos aquí a principios de año. Y la victoria de Guillermo Lasso en Ecuador frente al populismo de izquierdas y al mal llamado socialismo del siglo XXI de Rafael Correa, admirador de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, hasta parece marcar un cambio de tendencia en territorio hispanoamericano que ya ha iniciado el propio presidente Lenín Moreno. Esta necesidad de transformación en la República antillana no es baladí. Surge del desconsuelo ciudadano. El propio Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) denuncia un aumento generalizado de la represión en 2020. Por algo Joe Biden ha decidido recular, decepcionar las expectativas del régimen cubano, y no alterar demasiado la rigurosidad marcada por Trump.

    El deshielo entre Washington y La Habana tendrá que esperar, y más sabiendo que el control social y mediático no ha cejado, y que el declive económico en Cuba alcanza cotas inimaginables debido al desabastecimiento, la inflación, la caída del turismo y la ineficacia de su reforma monetaria. Tal es la tensión en la Isla, y la presión política de los cubanos asentados en Estados Unidos, que la nueva Administración demócrata ha tenido que asumir la desconfianza y las alertas de los líderes republicanos. El Partido Comunista cubano seguirá manteniendo el poder, auspiciado por una cúpula militar bien cebada. Sólo falta ver si las promesas de apertura y modernización que se anunciarán estos días convencen a los isleños. El cambio está cada vez más cerca.

    17 abr 2021 / 01:00
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