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¡Culpable!

    LA guerra fría terminó hace décadas, pero uno de sus efectos secundarios son los encajes mentales que muchos se resisten a abandonar. Para los izquierdistas, la culpa de los problemas sociales está en la dialéctica de lucha entre pobres y ricos, empresarios y proletarios, o países ricos y los que no lo son por su acción. Para los de derechas, la culpa reside en el Estado y en la alteración de las reglas del mercado por parte de los gobiernos. Naturalmente, hay algunos heterodoxos, más de grises que de blanco y negro, pero la mayor parte del juego intelectual (también económico o geopolítico) se lidiaba en las otras coordenadas.

    En 2022 muchos todavía siguen viviendo en los límites fijados por esa cartografía ideológica, pero el debate se está apagando, porque ambos en algún momento decidieron colaborar. Para evidenciar esta alianza, que pasa por considerar responsables de los males a los ciudadanos, podemos fijarnos en asuntos como la ecología, el feminismo o las pensiones (caballos de batalla de socialismo y capitalismo).

    El caso de la ecología (cambio climático), es el que se demuestra con datos más claros. En los próximos años se gastarán 275 billones de dólares (el 7,5% de la riqueza del planeta) para descarbonizar la economía. Si las cifras que se manejan en esta cruzada verde son mareantes, el hecho relevante es que no todos pagarán lo mismo. Los dos viejos enemigos ahora reconciliados, tanto el Estado (que recaudará más con los impuestos verdes) como las grandes empresas (que recibirán el grueso de las ayudas económicas para la transición ecológica) obtendrán pingues beneficios.

    Pasemos al feminismo. Si usted es varón y no comulga con los desatinos del feminismo contemporáneo, todos los mensajes que le rodean le tacharán de machista y tendrá que lidiar con el hecho de serlo de serie y buscar (neuróticamente) como demostrar su inocencia. El gran beneficiado de esto será la alianza del Estado subvencionador (nuestro Gobierno ha comprometido 20.000 millones en políticas de igualdad) y los que reciben las subvenciones (de nuevo ni usted ni yo estaremos entre los elegidos).

    La combinación de preocupaciones ambientales y feministas alienta a su vez el antinatalismo, que señala al crecimiento demográfico (en definitiva, a las personas), como responsable de todos los males (hambre, violencia o enfermedad) y lo que en las sociedades sanas llena de alegría, se nos presenta como un atentado contra la Madre Naturaleza y la Mujer Libre. Y de nuevo el perjudicado, usted mismo, al que ya veremos quién le pagará la pensión. Aunque lo deseable es que llegado el momento haga un favor al planeta y reconsidere su eutanasia.

    En fin, quizás lo mejor sea seguir creyendo que el mundo es sólo lucha entre el Estado y el capital. Así seguiría la inveterada tradición política, tan española por cierto, de los míos y los otros.

    08 abr 2022 / 01:00
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