Dani, un señor de Badalona

NOS queda lejos esa ciudad catalana pero no el legado de Daniel Fernández Mercadé. Fue un hombre tenaz (1929-2015), que fue albañil antes que constructor, jugador de baloncesto antes de directivo del Juventud de Badalona, club de referencia para los aficionados. Dani se implicó en la construcción del Pabellón Ausias March (1972), la primera cancha de baloncesto cubierta, con aforo cuatrimilenario, dentro de un plan inmobiliario que aportó habitabilidad y proyección internacional de la ciudad.

He leído Construyendo la penya!, biografía de Fernández Mercadé. El libro hace bueno la intuición de que en todo hombre y en cada mujer late un campeón, incluso un héroe, y siempre un best-seller, si hay quien lo escriba. Laborioso y acogedor, Dani hizo cosas a la medida de sus talentos. Alto como para jugar al baloncesto, llevó a Primera división al equipo de su pueblo, construyó pisos y urbanizaciones, educó a los diez hijos –uno sacerdote– que tuvo con su esposa Pepita, y fue amigo leal de personas que secundaron su planteamiento de hacer cosas buenas para la gente. Dos colegios, una escuela deportiva en activo, un santuario mariano en Aragón, el pabellón de Deportes mencionado, promoción de la Federación de Baloncesto. Un tipo con ideales, con una esposa a la altura de estos, y el fuerte temple de un perseverante.

Mi lección es la suya: hacer bien las cosas que tiene a la mano: el trabajo, las relaciones con el entorno, la familia. Conozco, y usted también los conoce, ‘hombres del traje gris’, tipos y mujeres que elevan la humanidad empujándola desde la parcela que les ha tocado cultivar. Constantes y poco vanidosos. Me gusta una expresión que aprendí en mi tierra: Anem per feina!, más o menos como ¡vamos a por ello! Los medios de comunicación son exhibicionistas de falsos prestigios. Nos miramos también en pequeños prestigios consolidados; nos miramos en ellos y nos perfeccionamos imitándolos.