Dar pedales o claudicar

EL TOUR de Francia echó el telón en los Campos Elíseos con el triunfo de un jovencísimo corredor, el esloveno Tadej Pogacar que nos hizo recordar aquel ciclismo no tan lejano en el que la épica se imponía a las tácticas de equipo y ahí reside uno de los grandes méritos de este corredor amante del fútbol y del hip hop, que se dio a conocer hace un par de años, cuando se impuso en el Tour del Porvenir y que luego ratificaría en 2019 con tres victorias de etapa y un tercer puesto en la Vuelta a España.

Desde la irrupción de Eddy Merckx en 1969, un corredor nunca, ni siquiera el triunfo el pasado año de Egan Bernal, había levantado tanta admiración como este hombre hecho a sí mismo que se ha impuesto a base de voluntad, lucha y clase a su compatriota, rival y amigo Primoz Roglic pero, sobre todo, el triunfo llega marcado por las virtudes de la vieja escuela. Sin contar con apenas ayuda de su equipo, no le quedó otro que aguantar el tiránico control del Jumbo de Roglic para, en la penúltima etapa, dar el zarpazo en una crono que pasará a la historia.

Llegados a este punto es inevitable echar la vista atrás para recordar aquellas épicas etapas en las que la ronda francesa forjó buena parte de su brillante historial hasta llegar a este año en el que el coronavirus todo lo invade pero el Tour ha conseguido, para que tomen nota otras disciplinas, vencer a la pandemia volviendo a acaparar la atención de unos aficionados que en los últimos años se habían alejado de este deporte al que habían llevado al aburrimiento las tácticas de equipos, los potenciómetros y un ciclismo en el que las gestas individuales apenas tienen cabida hoy en día.

Cierto que tras la retirada de Alberto Contador, el pelotón español no cuenta con una figura de relieve internacional que arrastre al aficionado y le mantenga sentado ante el televisor. Se pensaba que Mikel Landa podría ser un buen sustituto del madrileño, pero a sus ya 30 años, el de Murguía no acaba de dar la talla. Por eso, que un ciclista de un pequeño país, desconocido para la mayoría y sin tradición en el deporte del pedal, consiga acaparar la atención de los aficionados, tiene un mérito enorme y más si nos recuerda a hombres como Fuentes, Perico Delgado, El Chava Jiménez y tantos otros que convertían las tardes del mes de julio en un lugar de encuentro en bares y casas particular para seguir sus gestas a través de la pequeña pantalla.

No se trata de que ahora se vuelva al ciclismo del pasado, a aquel en el que los corredores se veían obligados a llevar consigo tubulares y bombín para que ellos mismos arreglasen el problema en caso de avería. Los tiempos cambian y, por supuesto, el ciclismo también, pero entre una cosa y lo que ocurre en la actualidad hay un término medio que Pogocar se ha limitado a recordarnos con su épico triunfo y que de no mediar una desgracia, puede que el deporte del pedal de los próximos años vuelva a ser lo que fue, una pugna entre los mejores y para que eso se produzca, ahí deben estar, además del esloveno, el colombiano Egan Bernal (23 años) vencedor del pasado Tour de Francia y la gran esperanza del ciclismo belga, Remco Evenepoel que, a sus apenas 20 años, está llamado a coger el relevo del Canibal y al que una inoportuna caída el pasado mes de agosto en Lombardía le impidió tomar la salida en esta edición del Tour.

Hacia adelante. Solo esperamos que una vez superada la pandemia, el deporte en general y el ciclismo en particular vuelva a desarrollarse con normalidad y cuando hablamos de normalidad, en el caso del Tour nos referimos a que se dispute, como viene siendo tradicional, en el comienzo del verano que es cuando los ciclistas alcanzan su mejor forma para que la serpiente multicolor, además de mostrarnos la belleza del paisaje francés, nos muestre a los mejores ciclistas del momento compitiendo en la mejor prueba por etapas del mundo y que con los tres hombres ya mencionados y que están llamados a ser los referentes en los próximos años, también podamos contar con algún español que nos haga vibrar como antaño lo hiciera el gran Miguel Induráin al que, a fuerza de ser sinceros, tanto echamos de menos los que desde hace años seguimos día a día lo que ocurre en la carrera francesa.

Pero, mientras eso no ocurra, al menos disfrutemos con estos veinteañeros que han venido a dinamitar el pelotón mostrándose tan irrespetuosos como ambiciosos ante los que hasta hace poco imponían su ley, controlándolo todo y no dejando que nadie les tosiese. Afortunadamente, si estos capos quieren estar a la altura de su brillante pasado no les va a quedar otra que apretar el culo contra el sillín y dar pedales, de lo contrario tendrán que claudicar ante la juventud. Nunca mejor dicho.

EL MERCADO Parecía complicado que tras el culebrón con Leo Messi, el presidente del Barcelona Josep María Bartomeu volviese a repetir los mismos errores, pero está claro que no está siendo el año del mandatario azulgrana, porque con la salida de Luis Suárez se ha superado. Al enterarse que el charrúa se iba al Atlético de Madrid el máximo responsable culé se negó en redondo y tuvo que ser el jugador el que amenazase con salir públicamente mostrando el documento en el que el cuadro colchonero no figuraba como uno de los clubes a los que no podía ir con la carta de libertad, para que Bartomeu diese marcha atrás y maquillase su fichaje por el cuadro de la capital de España pactando unas indemnizaciones caso de que el equipo de Simeone alcanzase los cuartos de final de la Champions. Lo cierto es que el jugador uruguayo, a punto de cumplir 34 años, llega al Atlético con la carta de libertad, condición innegociable para su fichaje y de ahora en adelante aportará goles y lucha con la camiseta rojiblanca.

Mientras tanto en el equipo azulgrana, tras el traspaso de Nelson Semedo al Wolverhampton inglés, se está intentando reforzar el lateral derecho con el joven jugador del Ajax, Sergiño Dest, que a sus 19 años es, dicen, una fotocopia de Alves, destacando, especialmente, en su faceta ofensiva y al que conoce perfectamente Ronald Koeman que es su principal valedor y un motivo importante para que el propio jugador se decantase por la oferta barcelonista en lugar de la que le planteó el Bayern de Munich.

El que sigue haciendo caja pensando en el próximo verano en el que, presumiblemente, irá a por el francés del PSG Mbappé, es el Real Madrid que ingresará unos cuatro millones de euros por el traspaso del jugador de la Real Diego Llorente al Leeds de Marcelo Bielsa. El centrocampista llegó hace tres temporadas a Donostia y el club de Concha Espina se reservó un porcentaje en caso de un futura traspaso lo que ahora se ha concretado en 20 millones de euros de los que la Real se llevará unos 16 millones.