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Debate eludido

    VALE, ya pasaron las elecciones, incluso se constituyó también ya el Gobierno, y se hace pública la decisión de la Audiencia Nacional sobre el proceso de fusión y posterior derrumbe de las cajas de ahorros en Galicia. Una pena que se haya tardado tanto entre decidir y publicar lo decidido, porque el tema podría haber constituido un interesantísimo objeto de debate en el proceso electoral, aunque solo fuese porque la traumática disolución de las mencionadas entidades y su definitiva venta tuvo un coste de varios miles de millones de euros, que, como suele suceder en estos casos, ni se registran como pérdida para nadie ni nadie tiene que devolver. No me digan, pues, que no sería un asunto principal para ser discutido.

    Se podría haber tratado, por ejemplo, sobre por qué razón se implicó la Xunta de Galicia, y en especial su presidente, Alberto Núñez Feijóo, en forzar la fusión de la Caixa de Galicia y Caixanova, quizá sabiendo de antemano que, aunque la Caixa de Galicia estaba en muy malas condiciones financieras, hasta el punto de que quizá resultase inevitable su disolución, pero que aunque Caixanova, sin estar digamos que tan deteriorada, tampoco estaba en condiciones de pandar con el peso de los problemas de las dos, mediante una fusión forzada. Hay quien piensa que Caixa de Galicia se murió, sí, pero que a quien enterraron fue a Caixanova. No creo yo que fuera para tanto, habida cuenta de eso: que ninguna de las dos, por lo que luego se fue sabiendo y la Audiencia Nacional nos recuerda ahora, estaba para lanzar cohetes.

    Pero se podría y debería haber discutido, no la resurrección de las cajas, carcomidas ambas por sus propios vicios, sino la mala fortuna con la que se acabó resolviendo la situación, dejando a Galicia sin unas instituciones financieras con unas características operativas que, sin justificar por ello sus malas artes, se ajustaba bastante bien a las características del país.

    Entonces, cuando se negociaban con unos y otros las condiciones de la fusión, primero, y la privatización, después, a la Xunta parecía bastarle con que la vieja estructura bancaria fuese sustituida por otra, por cualquiera, privada, eso sí, y sobre todo que tuviera su sede en Galicia. ¿En qué quedó eso? Lo de la privatización se hizo, pero que Abanca, la compradora, diga que tiene su sede en Galicia, exactamente, ¿qué significa? ¿Qué es un banco gallego? No les pido que precipiten la respuesta, sino que se la piensen.

    Una pena, pues, que en el debate electoral se hayan orillado temas tan importantes para el país.

    08 oct 2020 / 00:00
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