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Del confinamiento a la desidia

    HAN abierto la veda y a lo largo y ancho de la geografía han aparecido comportamientos de desidia, de irresponsabilidad. Por la negligencia de algunos españoles que se toman esta situación a título de inventario, de nuevo estamos en riesgo de contraer el virus, enfermar o perder la vida. El Gobierno se plantea, con razón, volver al estado de alarma que obligará a encerrarnos de nuevo por no se sabe cuánto tiempo. Todo por culpa de un puñado de ciudadanos a los que se puede llamar, abiertamente, malhechores.

    No solo se están produciendo rebrotes del covid en España. Países que tienen a sus habitantes infinitamente más controlados que el nuestro, en algunos casos faltos de libertades como ocurre en China, también contabilizan nuevos casos, y para los españoles es tan serio que el coronavirus se encuentre en Valladolid como en Roma, Pekín, Nueva York o Casablanca.

    El mundo global no tiene fronteras, y el virus viaja cómodamente de un lado para otro, cruza fronteras, se cuela en aviones y autobuses internacionales, navega en trasatlánticos y encuentra víctimas en las terrazas, parques infantiles, residencias de mayores o despachos de dirigentes mundiales.

    Con la experiencia que acabamos de sufrir, con cifras mortales en España que pueden rondar los cuarenta mil si un día el Gobierno sufre un ataque de sinceridad y facilita los datos que maneja; con las vivencias tan dramáticas que se han producido en toda España, donde no hay una sola familia que no haya tenido alguien cercano afectado por el coronavirus, con el aguante que hemos tenido durante tantos meses, no se comprende que sean tantas las personas que se han dejado llevar por la inconsciencia, o que conscientemente han decidido que la precaución no era un concepto que tuviera cabida en su vocabulario y se han saltado las normas mínimas que garantizaban no solo a su propia seguridad, sino a la de todos aquellos con los que tenían contacto directo o indirecto.

    No limpiarse las manos, contamina a quien toca la barandilla, la mesa o el botón del ascensor que ha tocado el afectado por el coronavirus.

    Han aparecido nuevos afectados en zonas y lugares muy concretos de Cáceres, Huesca y Lleida, y es probable que cuando lean estas líneas la lista sea más amplia. El Gobierno central, los gobiernos regionales y los locales ya están en la tarea de detener cuanto antes la expansión de esos brotes, pero la clave es que cada ciudadano se cuide a sí mismo y se ocupe de que sus más cercanos también se cuiden.

    Como la gente empiece
    a relajarse ahora, cuando son obligadas determinadas medidas de seguri-
    dad, qué ocurrirá cuando ya no sean obligadas sino recomendadas. Hay que exigir un poquito de por
    favor. Por favor, que todo el mundo piense en las consecuencias de sus actos, de su encogimiento de hombros, de su “esto no me afecta”.

    24 jun 2020 / 00:15
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