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Dime qué mascarilla usas y te diré quién eres

    ¿QUIÉN dijo que las mascarillas no iban a ponerse de moda? ¡Las mascarillas ya son moda! Ahora, por imposición sanitaria y para hacer frente al virus, es extraño ver a alguien sin ella. Pero igual de raro es ver a la gente con una mascarilla quirúrgica básica, azul, de usar y tirar. Ahora, se han adaptado en diseño, color y forma a la personalidad de su portador.

    ¿Conocéis la frase dime con quién andas y te diré quién eres? Pues en nuestros tiempos modernos debería decirse: dime qué mascarilla usas y te diré quién (y cómo) eres. Y es que al igual que la ropa dice mucho de una persona, pero nadie, o muy pocos, se atreverían con estampados superextravagantes, las mascarillas sí dan esa opción de dejar volar la imaginación. Podría decirse que reflejan mucho mejor la forma de ser del usuario que su propia vestimenta.

    Fosforitas, básicas, con estampados de dibujos, de flores, de leopardo, incluso con brillos, el nombre bordado para aquellos que les dé pereza presentarse, anchas, delgadas, con ajuste en la nariz, sin ajuste, de tela, quirúrgicas, relavables, de usar y tirar, baratas, caras, para adultos, para niños, de marca, sin marca... Toda una variedad que ya conforma un universo de opciones entre el que, a menudo, resulta complicado decidirse.

    No os extrañéis que dentro de poco las marcas de ropa y sus grandes franquicias no intenten hacer de esto otra de sus múltiples formas de negocio. Ya estoy viendo los próximos catálogos de otoño-invierno de El Corte Inglés o de Zara, donde además del look aparezca en cada modelo una mascarilla combinada. Y, como las de tela resultan reutilizables y deben lavarse, y las quirúrgicas son de un solo uso, nadie tiene una sola protección, sino que hay que comprar varias, así que si te lo venden así, probablemente acabes picando.

    Ahora vamos a hacer un ejercicio. Detente a pensar dos segundos. Esta mañana te has cruzado por la calle con una señora que llevaba la mascarilla a juego con su vestido. ¿Qué has pensado? Coqueta, apañada, preocupada por su aspecto, presumida... Estos son algunos de los calificativos que, sin duda, te han venido a la mente. Ahora, recuerda a aquel hombre con aspecto de empresario, trajeado, con una mascarilla negra. ¿Qué pasó por tu cabeza? Formal, elegante, sobrio, clásico, correcto...

    Última pregunta: aquella niña que se cruzó contigo camino al colegio, con una mascarilla de las muñecas LOL, ¿qué pensaste? Pobre madre, le gustarán tanto a la niña esos dibujos que habrá tenido que comprársela cuando la vio. Y, de seguro, si tuvieses que regalarle algo a la pequeña, esa mascarilla te hubiese dado la pista perfecta.

    Y es que así es: ¡la mascarilla es una extensión de nuestra personalidad! Cada uno la adapta a su gusto y estilo, y dice más de nosotros de lo que pensamos. Por ello, elegirla tiene su importancia, no es una elección al azar, deberíamos dedicar tiempo, ya que es lo primero que verán de nosotros los que nos hablen. Al tapar casi todo nuestro rostro, roba gran protagonismo a los ojos, por lo que, junto a ellos, también supone una reseñable forma de comunicar.

    Si es que nos las vuelven a quitar algún día, si llegamos a alcanzar esa esperada nueva normalidad que yo todavía no veo por ninguna parte, creo que la gente seguirá usándolas como complemento a sus looks, ya no será nada raro. ¡Cómo cambia la sociedad en tan poco tiempo! ¿Cuántas más cosas estarán por venir?

    20 sep 2020 / 00:00
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