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Reseña Musical

“Dolce Tormento”, en las “Xornadas de Música Contemporánea”/ Vaughan Williams y Mozart por la “OSG”

    “Dolce Tormento” título para el concierto de Paco Varoch y Andrián García en las “Xornadas de Música Contemporánea” que nos lleva a la Sala Mozart del Auditorio de Galicia-20´30 h.- con esta serie de piezas a dúo con Paco Varoch, intérprete de piccolo y miembro de la “Mahler Chamber O.”, un músico que tuvo como maestros a Mª Ángeles Grau, Jaime Martín, Philippe Pierlot, Andràs Adorjan y Marianne Hekel-Adorjan. Comenzó su carrera con la “Lucerne Fest. O.”, la “Chamber O. of Europe” y “Music Aeterna” Estrenó el “Concierto para flautín” de S. Brotons, dirigido por el autor y colabora con orquestas de nuestra tierra. Fue profesor del “Conservatori del Liceu” y del “Muzik-Centrum Dortmund”. Fue dedicatario de obras de Miquel del Águila, Manuel Añón, J.Santandreu Stefan Simona- Oprita, Víctor Vallés y J.L. Escrivà. Estrenó la producción discográfica “Remenbrances”, con transcripciones propias.

    El percusionista Adrián García, se formó en el Conservatorio José Tomas (Alicante) y es miembro de la “ADDA-Sinfónica”, desde 2007, Fue galardonado con el “Euterpe”, del País Valenciano, por su trayectoria académica, incorporándose como timbalero de la “O.S. de Alicante”, además de colaborar con otras formaciones: la “O. Reina Sofía”, la “One World Symphony O.”, la “Jeunesses Musicales World O.”, la “Albéniz Symphony O.”, de Nueva York y la Filarmónica del Estado de Botosani” (Rumanía). Es miembro fundador con el percusionista Rafa Mayans, del ”Kinetcpercussion”.

    Para su sesión, Manuel Añón, que anuncia “Seis propuestas para el próximo milenio”, para piccolo, soporte de audio y proyección de vídeo de la creadora Marina Uceda Farré. Una versión revisada para ese instrumento y en ese tratamiento, estrenada en el Festival de Alicante, uno de los veteranos por trayectoria. Martina Sabariego, tendrá “Zooming TXYZ, (per un percusionista i electrónica)”, un diálogo entra la escena y los oyentes que muestra la relación entre la fragilidad y la fuerza a través del proceso de “zoom” y “zoom out”, en un viaje que descubre las diferentes caras de esa relación infinita y simbiótica. Carla Rees, enmarca “Nightsong” (piccolo solo), en una evocación del canto de un pájaro en los albores del día, en su contraste con el silencio ambiental. Kaija Saariaho, precisamente con la pieza que da título al programa “Dolce Tormento”, que nos remite al poema 132, del “Cancionero” de Petrarca, en el que la partitura exige una recitación entre el murmullo del flautín y el “sotto voce” de la voz.

    Allison Loggins-Hull- “Say Can You”, para piccolo y electrónica-, navega entre formas populares y experimentales contemporáneas, de talante visionario. Donald Erb, con “Drawning Down the Moon”, sonata para ambos instrumentos, con proyección de vídeo, de Manuela Illera y Valentina Jiménez. Una aproximación a ritos de la Grecia Antigua a través del hechizo femenino. Varios son sus tiempos: “Pointing the Bone”, que insiste en las prácticas exotéricas de los aborígenes australianos; “Lilith”, una leyenda rabínica con suplantación de personalidades, con el motivo raíz del nacimiento de un canto de cuna. “Demon Drummer”, procedente de un cato del XVII, perteneciente a un percusionista encadenado cuyo tambor se escucha por pura magia en lugares distantes.

    Especial concierto de la “OSG” con su titular Dima Slobodeniouk, en el Coliseum de A Coruña-20´00 h.-, por una primera parte en la que el protagonismo se lo queda la “Orquesta Infantil de la OSG”, en una obra de talante didáctico, a la que seguirá el “Requiem en Re m. K. 626” de W.A. Mozart, que tendrá como solistas a la soprano Chrisitina Landshamer, a la mezzo Marie Henriette Reinhold, al tenor Matthew Swensen y al bajo Hanno Muller-Brachmann, con el Coro de la orquesta dirigido por Joan Company. Vaughan Williams, autor del “Concerto grosso para orquesta de cuerdas”, compone la obra en 1950, en atención a las Escuelas Rurales de la Asociación Musical, en una actitud divulgativa y generosa que dirigirá un ilustre como Si Adrian Boult (1889-1983), maestro longevo entre afortunadas generaciones y que remitiría sus años de estudios a la Westminster School, antes de trasladarse a Leipzig en donde será alumno de Reger y atento seguidor del mítico Nikisch. Pronto dará conciertos en el Covent Gardent, estrenando por voluntad de Holst, su célebre ciclo “Los Planetas”. Desde el año de composición de la obra anunciada, era director de la Orquesta Sinfónica de Londres, un período que cierra una etapa que culminará con labores de director invitado, centrándose precisamente en iniciativas como esta.

    Oficios impagables que beneficiarán al fomento de la música con ejemplos como el que pondrán en atriles los jóvenes entusiastas de esta formación nodriza, bastante de ellos entre la devoción y el entusiasmo de una primera experiencia, posiblemente ante un público familiar. Vaughan Williams lo tuvo en cuenta a la hora de abordar este trabajo imaginativo en cuanto a las exigencias que reclama. Un total de cinco tiempos, comenzado por una “Intrada”, sobre un tema dramático marcado por cuerdas pesantes. Una “Burlesca ostinata”, un movimiento que hace un uso brillante de quintas perfectas con el fin de permitir tocar el tema a esos intérpretes de la sección “Ad Lib”, (que solo pueden tocar cuerdas abiertas afinadas por intervalos de quintas perfectas). La “Sarabande”, se plantea como un tiempo pausado en compás ternario. El “Scherzo”, se pretende enérgico a la par que lírico con una pequeña coda antes de pasar a la “Marcha y reprise”, cargada de síncopas que recupera el primer movimiento. Este concierto peculiar y gracioso, es obra que nace al tiempo que otra aventura: La ”Fantasía on the Old 104th”, estrenada en la Catedral de Gloucester, dirigida por él mismo y que recurría a los Salmos de Sternhold de 1560.

    El “Requiem en Re m. K.626”, de Mozart, obra inconclusa y con la sabida leyenda a cuestas sobre su gestación por un aceptado encargo del conde Walsegg-Stupach en circunstancias un tanto siniestras de las que posteridad literaria sabrá beneficiarse a conciencia. Ese Requiem que el salzburgués dejará en cartapacio a causa de su propio fallecimiento en plena juventud, poco antes de que J.L. Eybler reciba aquel manuscrito con la pretensión de terminarlo y en especial en los detalles instrumentales, labor que le confiará la compañera del autor Constanze quien años después, ahogada por el vacío de una frágil memoria, guardará un vago recuerdo sobre los hechos, en una confidencia epistolar con el Abbé Stadler, hacia 1827.

    El tal Joseph Leopold Eybler, que llegaría a ser ennoblecido, pasó por el aula de de J. G.Albrechetsberger y de Haydn, que le tuvo en gran estima, al igual que a Mozart, que ayudaría al feliz entendimiento entre ambos, en trabajos como las pruebas para el resultado positivo de “Cosí fan tutte”, llegando a ser vicerrector de la orquesta de la corte, con el injustamente cilipendiado Salieri. El empeño sobre el “Requiem”, arrastrará maldiciones añadidas, ya que Eybler falleció tras un ataque de apoplejía mientas dirigía esta obra. Será otro de los alumnos apreciados, Franz Xaver Süssmayr, quien se haga responsable de ese final que parecía condenado a no desentrañarse.

    Franz Xaver Süssmayr (1766-1803), será pues el nuevo escalón en estos despropósitos de inevitables suplantaciones inevitables, músico que entonces se encontraba en Viena desde 1788, convirtiéndose en dilecto alumno mozartiano y con una aceptación que dejará razones. Antes de ubicarnos en el espacio de las formas sacras, había sobresalido por sus compromisos para la escena, como “El espejo de Arcadia”, de 1794, en una opinión aceptada de Schikaneder. Había completado no obstante el “Kirie K. 91”, que formaba parte de un grupo de tres, este para soprano, contralto, tenor, bajo, cuerda y órgano, de un joven Mozart adolescente. Quedan de todas formas las aportaciones en los recitativos “secco”, de la ópera “La Clemenza di Tito” y la definitiva aceptación para concluir el “Requiem”, le dejará insatisfecho, más aún cuando la sombra alargada del autor, sembrará de dudas su sensación de irrefrenable injusticia. Se hará popular a la postre aunque permanezcan en mente las correcciones de Franz Beyer.

    El estreno del “Requiem en Re m. K. 626” con las dudas reconocibles, se realizó a finales de 1793, en la Wiener Neustadt, bajo el nombre de una autoría ajena, la del Conte Walsegg, antes de que la propia del autor, deberá esperar tan solo unos días, por iniciativa del potentado G. van Swieten, en la Sala Jahn de Viena. Será la posteridad la que contribuya a la abundancia de equívocos de toda laya, comenzando por Gottfried Weber, quien buscará nuevos argumentos, vía libre para ediciones críticas de solvencia reconocible como la de Leopold Nowak, elaborada en 1965 o la citada de Franza Beyer, de 1971, que ayuda a crear corrientes de opinión muy a favor.

    11 jun 2021 / 01:00
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