E pur si muove

¿RECUERDAN el triste caso del filósofo y astrónomo renacentista Galileo Galilei? Había nacido en Pisa en 1564, en donde comenzó su carrera como profesor universitario. De la Universidad de Pisa se traslada a la de Padua en 1592, ciudad que pertenecía a la República de Venecia, donde la Inquisición apenas tenía poder para intervenir en asuntos científicos.

Aunque no inventó el telescopio, lo perfeccionó de tal manera que, a partir del año 1609, su vida y la propia historia de la ciencia cambiarán para siempre al apuntar con aquel anteojo prodigioso a la luna, los planetas y las estrellas. Todos sus descubrimientos corroboraban las teorías heliocéntricas de Copérnico y otros astrónomos, que defendían que era la tierra la que se movía alrededor del sol, y no al contrario.

La Inquisición acabó echándole el guante y fue juzgado en Roma en el año 1633, obligándole a abjurar de sus teorías. Galileo abjura para salvar su vida, pero termina su discurso afirmando “e pur si muove” (y, sin embargo, se mueve), refiriéndose al movimiento de la tierra alrededor del sol.

Las declaraciones, la pasada semana, de Javier Lambán, presidente de Aragón, afirmando que “mejor le habría ido a este país” si una persona tan sensata como el expresidente asturiano Javier Fernández hubiera liderado el PSOE, en lugar de Pedro Sánchez; y su posterior retractación, obligado por el partido socialista o por Moncloa, me han recordado el triste caso de Galileo.

Tuvieron que pasar casi cuatro siglos para que el Vaticano reconociese en 2009 el legado científico de Galileo. Me pregunto si algún día el PSOE romperá su silencio y reconocerá públicamente que Javier Lambán tenía más razón que un santo, aunque ahora haya sido obligado a desdecirse y todos callen para conservar su cabeza.