La inteligente desescalada de Feijóo
ALFONSO VILLAGÓMEZ
EN Galicia el maldito virus ha avanzado a ritmo mucho más lento que en el resto de España. Seguro que existen factores naturales y demográficos que han contribuido a ello, pero también se debe principalmente a un decidido impulso de la Xunta de Galicia.
Ahora entramos en esta fase calificada con el símil alpinista de desescalada del confinamiento, que irremediablemente parece así que no será, ni debe serlo, igual en todas partes.
En la pandemia que nos acecha estamos comprobando que los humanos somos un caos biológico rodeados de un caos físico, y entre medias de ambos se sitúa la delgada lámina de la conciencia. Y la conciencia es una estructura ética, más que política. El mundo necesita, y va exigir, una reconstrucción moral, mucho antes que económica y social.
Feijóo está demostrando que conoce bien estos postulados: su acción parece así guiada por unos valores éticos, que hay que destacar dentro del enrarecido ambiente político que a duras penas somos capaces de respirar.
La propuesta de Feijóo para erosionar el encierro de los gallegos, y que puedan hacer deporte o comprar unas camisas o un vehículo, responde a esa misma línea de comportamiento.
Porque, en definitiva, no somos buenos o malos. Somos inteligentes o tontos.