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LOS REYES DEL MANDO

El cuarto poder

    AUNQUE no sea una novedad estricta, ‘El cuarto poder’ (Showtime, disponible en Movistar) ofrece uno de los dibujos más completos sobre los primeros cien días de gobierno de Donald Trump. Con una particularidad: es la mirada a través de las entrañas de la prensa, a través de una redacción. La del ‘New York Times’. Parece obvio que Trump no la habrá encontrado muy satisfactoria, considerando su radical oposición a la forma de explicar la realidad de ciertos medios norteamericanos, a los que se refiere a menudo de una manera, al menos, despreciativa. Sucede que la exposición de un presidente norteamericano es mucha, incluyendo la que él hace de sí mismo en las redes, con sus famosos tuits: abomina Trump de ciertos medios, pero sabemos, por su crianza catódica, que no podría vivir sin una intensa presencia en todos ellos. Esa, desde luego, no le va a faltar.

    La serie documental ‘El cuarto poder’ me interesa no tanto por lo que cuenta sobre el desempeño de Trump, bastante conocido a estas alturas, como por la atmósfera periodística que logra transmitir, desde que llega una noticia hasta que sale publicada. Se trata de conciliar la rapidez y el rigor. Como algunos críticos han dicho ya (también los ha habido negativos), se trata de un documental que debería verse y analizarse en las facultades de comunicación. Como defensor que soy del periodismo mal llamado clásico (para mí es el único posible: aquel que respeta la calidad, la belleza y el equilibrio de los textos, y la confrontación de las fuentes), he de reconocer que ‘El cuarto poder’ es una de esas piezas relevantes. No sólo resulta atractiva para los que amamos el periodismo y el lenguaje a partes iguales, sino para cualquier otra persona, por ajena que sea a la profesión. Verá en sus largos minutos cómo se construye la realidad, cómo se salva o se oscurece, cómo se levanta el edificio de un periódico desde las páginas blancas de la mañana. He aquí la lucha frente a las nuevas formas de información simplificada y maniquea, frente a las estrategias de confusión y pastoreo social.

    La verdad es que ‘El cuarto poder’ parece un ‘making of’ del comienzo de la era Trump y de cómo se contó desde un periódico con muchos lectores. Abunda una buena narrativa en ‘off’, que nos lleva al pensamiento de los redactores mientras viajan en tren en el laberinto de Nueva York, mientras acuden a ruedas de prensa (de las que a veces son expulsados), pero también vemos las reuniones de los jefes de redacción, su rostro ante las pantallas que emiten discursos que analizan con detalle, y pasan ante nosotros las historias humanas y los momentos de frustración o de decaimiento. No es un momento fácil. Ni tampoco fácil de explicar. Así que se diría que no falta un poso de nostalgia, como si algo se hubiera perdido inexorablemente. Quizás, para siempre.

    A pesar de que todo se cuenta a través del flujo cotidiano del histórico ‘New York Times’, brota de vez en cuando una sensación de cierta fragilidad. Esa sensación de fin de época que algunos creen ver. Lo anímico pesa: y las palabras de Trump, que apuesta por crear una narrativa alternativa que sustituya al periodismo tal y como lo conocemos, no ayudan al optimismo. Hay algo muy serio en juego. Eso es seguro.

    14 sep 2018 / 22:54
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