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reseña musical

Cuatro alumnos de la "EAEM", en el Paraninfo da Universidade

    Un ciclo que se completa con la actuación mañana en el Paraninfo da Universidade- 20´30-, con la participación de cuatro alumnos de la “EAEM”, y que a lo largo de unos meses, nos ofrecieron sesiones de cámara, un primer concierto en el Auditorio de la “EAEM”, con la orquesta del centro, entre obras de Haydn y Schubert y otro extraordinario, en el Teatro Principal, ambos dirigidos por Maximino Zumalave. El compromiso obligado a estas alturas de curso, para obsequiarnos con los resultados conseguidos a lo largo del año, y que se amplían con las Clases magistrales de profesores invitados del curso avanzado de especialización orquestal, que nos trajo a los maestros Santiago López, Suzana Stefanovich, Raquel Castro, Mariana Todorova, Stefan Schili, Yehuda Gilad y Gratiniano Murcia. La flautista Marta Gómez Alonso, ofrecerá los cuatro tiempos de la “Sonata en Do M. BWV 1033”, obra en la que se aprecia una escritura arcaica, que ha provocado más de una sospecha en cuanto a su autenticidad, llegando a calificarla como apócrifa. Una obra relativamente breve, en la que el “Andante” se expresa a través de nueve sencillos compases, caracterizados por su gracia y en los que el instrumento maneja hábiles volutas de semicorcheas, apoyadas por el bajo continuo. El “Allegro”, resulta un movimiento continuo para la solista. El “Adagio”, es un intermedio ligeramente melancólico y los ”Menuetto I y II”, no renuncian a los previsibles detalles graciosos. Acompañante al piano, Haruna Takebe.

    Pierre Sancan-1916-2008-, del que ofrece la “Sonatina para flauta y piano”, compositor que supondrá un descubrimiento porque fuera del ámbito francés, apenas se tiene noticia de él. La pieza elegida, curiosamente, suele escuchársela como bís. Estéticamente se sintió próximo a Debussy y los impresionistas, y cuenta con una grabación de los conciertos de Ravel, dirigidos por Pierre Dervaux. Artísticamente compartió experiencias con el chelista André Navarra. Fue galardonado con el prestigioso “Prix de Rome”, por la cantata “La leyende de Icare”. Entre sus alumnos, destacaron Michel Beroff, Jean B. Pommier, J. Rouvier y J.P. Collard, quien estrenó su concierto para piano” y la ”Sonatina para flauta y piano”. Generacionalmente, vivió la etapa enriquecedora de Olivier Messiaen y Henri Dutilleux. Fue autor también de una ópera “Ondine”, en 1962. En el Conservatorio parisino, donde se formó, llegó a ejercer la docencia y otras labores de dirección.

    Marin Marais, con “Les folies d´Espagne”(para flauta sola), en dos piezas: “tema” y una selección de “variaciones”. El cine contribuyó a su recuperación en años recientes siendo precisamente la dimensión como violagambista la que le puso alcance de curiosos y aficionados. Una larga tradición proveniente del magisterio de otro vate, Sainte- Colombe, que marcará época en los años de grande fastos con los “Musiqueurs du Roi”, de forma y manera, que nuestro personaje, quedará inevitablemente asociado a un instrumento y a un estilo cortesano. Esas obras para viola da gamba, observan una dependencia menor en lo relativo a la tradición,

    El violinista David Castillo Salom, tendrá como acompañante a Simona Velikova, en las dos obras concertantes en la necesaria transcripción. El Sibelius del “Concierto para violín y orq. en Re M. Op. 47”, del que toma el ”Allegro moderato”, tiempo que repite de nuevo, tras habérselas escuchado a Ewa Pawlowska. Un movimiento que se lleva la palma en el concierto del finlandés, por su dimensión con respecto a los dos siguientes, el “Adagio di molto” y el “Finale (Allegro ma non tanto)”. La obra, tan entusiásticamente seguida en la actualidad, hubo de superar el rechazo de una parte de la crítica especializada, como fue el caso del agudo Antonie Goléa, quien no tuvo reservas ni consideraciones: “Vacio musical absoluto…”, “cantinelas vacías”…”pasajes de difícil ejecución, pero trágicamente convencionales…”

    Saint-Saëns en la apreciada “Havanaise en Mi M., para violín y orquesta Op. 83”, obra que alcanzará el reconocimiento de la no menos célebre “Introducción y rondó capriccioso op. 28”, obras que por su aparente sencillez, no dejan de merecer la riqueza de argumentos musicales. Quedará como una dedicatoria a Díaz Albertini, y la recepción por parte del público sería inmediata, lo que confirma las virtudes de las que viene aureolada. Ya de por sí, la versión camerística para violín y piano, confirma el interés merecido, remarcado por la forma de rondó compuesto sobre un tema lánguido y seductor de habanera, estilo que en la cultura musical francesa, se había convertido en un reclamo cultivado por los compositores más dotados. Son precisamente los violinistas, los que han contribuido a su divulgación desde entonces.

    Germán Latorre Dorce- trompa-, con el “Concierto para trompa nº 2, en Mi b M.” Reconocida es la relación afectiva del compositor con este instrumento y en este caso nos hallamos sin número de opus, aunque sí se sabe que fue compuesto en Viena, en los años crudos de la “Gran Guerra”. Fue Strauss un personaje que levantó suspicacias por su actitud pasiva, en exceso, reflejando aquí el estado de introspección que le tenía claramente condicionado. Escucharemos los tres movimientos: el “Allegro”, de aire ligeramente rapsódico; el “Andante con moto”, con tintes idílicos, tan definitorios de su carácter y el “Rondó”, que se entrega al reconocible virtuosismo, marcando distancia con los dos movimientos precedentes. El estreno se llevó a cabo el 11 de agosto de 1943, dentro de la actividades del “Festival de Salzburgo”, con la “Orquesta Filarmónica de Viena”, dirigida por Karl Böhm, y contando como solista a Gottfried von Friburg.

    La chelista Elena Domínguez Criado, avanzará con la “Suite para chelo nº 6, en Re M. BWV 1012”, de J.S.Bach, de la que interpretará el “Prélude”, pieza en la que destacan la amplitud que se reafirma en la riqueza de los matices La suite que nos afecta, está escrita para un instrumento de cinco cuerdas que, durante bastante tiempo, fue calificado como ”viola pomposa”, con las dudas a cuestas en cuanto a su procedencia, llegando incluso en este mar de confusiones, a adjudicársela al propio Bach. Para efectos reales, la obra tiene sus complejidades para ser abordada sin dificultad.

    Eriko Ishimoto la acompañará en la “Sonata para violonchelo y piano, en Re m. Op. 40” , de Dmtri Shostakovich, en este año al que la “OSG”, le dedicó una atención destacada. El autor la compuso en Moscú hacia 1934, por solicitud de su colega y organizador de conciertos Viktor Kubatski, quien a su vez la acabaría estrenando, con el autor al piano, a finales de ese año en la Sala Pequeña del Conservatorio de San Petersburgo. Tendrá varias revisiones antes de la definitiva edición crítica realizada en 1982. Para entrar profundamente en la composición, se escuchará en sus cuatro tiempos: “Allegro non troppo”, un resultado de las noches de insomnio; el “Allegro”, con pinceladas populares e irónicas, típicas en su quehacer; el “Largo”, especie de monólogo antes de concluir con un “Allegro”, un perfecto rondó de perfiles sarcásticos.

    11 jun 2019 / 20:18
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