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Ecos del Mundial

    ADEMÁS de elevar a los cielos deportivos a Messi y bajar a los infiernos, también deportivos, a Cristiano Ronaldo, el Mundial permitió conocer historias de otros futbolistas que, más allá del campo de juego, son ejemplo de lucha y pundonor en su vida privada.

    “Sé lo que es vivir en el infierno”, dijo el delantero de Brasil Antony Matheus, que creció en una favela entre delincuencia, narcotráfico y armas y recuerda que tenía que “driblar” cadáveres para seguir camino de la escuela. Tampoco fue fácil la vida de Dejan Lovren, futbolista de Croacia, que está marcada por la guerra de los Balcanes. Cuando estalló el conflicto de Bosnia huyó como refugiado a Munich, vivió entre privaciones y miedos hasta que lo deportaron a su país.

    Enner Valencia, el goleador de Ecuador, trabajó en una granja para poder comprarse unas botas y estuvo seis meses viviendo en los bajos de un estadio porque no podía pagar un piso. Y Achraf Hakimi que nació en España, es hijo de un vendedor ambulante y de una limpiadora doméstica. “Éramos muy pobres. Ahora lucho por mis padres y mis hermanos”, dice el lateral de Marruecos.

    Impresiona también el relato de Marcus Rashford, el menor de cinco hermanos criados por su madre soltera y sin ayuda, que solo ganaba el salario mínimo. “Íbamos a una tienda de todo a una libra y comprábamos siete yogures para comer uno cada día de la semana”, dice este jugador de la selección inglesa que ahora lucha contra el hambre infantil en el Reino Unido.

    Lo mismo que Dayot Upamecano, el defensa de Francia que fue víctima de burlas por tartamudear. “En la escuela, dice, tenía miedo de hablar porque siempre necesitaba un poco de tiempo para pensar primero y los otros niños se burlaban de mí y eso duele. Hoy les digo a los niños que tartamudean que no se avergüencen”.

    Ya ven, hay futbolistas que, además de ser buenos en el dominio de la pelota, tuvieron una infancia difícil, pasaron muchas penurias, vivieron escenas dramáticas y tienen un curriculum que es ejemplo de lucha ejemplarizante en su vida. El dinero, la fama y el glamour no les impiden recordar sin rencor sus historias que son conmovedoras y un ejemplo para los jóvenes de la sociedad occidental que tantas veces se quejan por tonterías. Y son una lección también para los mayores.

    Una nota final para recordar al futbolista iraní Amir Nasr-Azadami, de 26 años. Fue detenido por participar en una manifestación, procesado por “enemistad con Dios”, torturado y puede ser ejecutado en los próximos días. Ni los campeones del mundo, ni la FIFA que preside Infantino, ni las Federaciones nacionales tuvieron un recuerdo para este deportista que lucha por los derechos humanos. Lamentable e indignante.

    27 dic 2022 / 01:00
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